martes, 16 de febrero de 2010

Boyd por triplicado (I)

William Boyd pertenece a la misma generación que otros escritores de más renombre; como Martin Amis, Julian Barnes, Ian McEwan, Salman Rushdie o Kazuo Ishiguro. Aunque no estamos hablando de un desconocido; sus novelas se han traducido a más de veinte idiomas y ha ganado multitud de premios, entre ellos el Whitbread a la mejor primera novela y el Somerset Maugham Award (por A Good Man in Africa), y ha quedado finalista al Booker en al menos una ocasión (con An Ice-Cream War). En 1983 fue elegido uno de los 20 mejores novelistas jóvenes británicos por la revista Granta (junto con McEwan, Rushdie y compañía, por supuesto). Para saber cómo les han ido las cosas a quienes hace veinticinco años eran poco más que escritores prometedores, hay un interesante artículo de hace un par de años en Babelia.
No había leído nunca ninguna de sus novelas; pero ahora que he leído tres (en los últimos meses, los tres premiadas), puedo decir que, en mi opinión, este escritor (de prosa fluida y eficaz) mezcla siempre demasiados ingredientes en la coctelera, haciendo que todo parezca un tanto improbable, quizá por demasiado ambicioso. Lo que pasa es que cuando se lee sobre su persona, se ve que en él también se da una conjunción de aspectos bastante curiosos y poco probables (desde su nacimiento en Ghana hasta los meses que pasa al año en su castillo francés, donde elabora un vino que por lo visto ha ganado premios y todo); de hecho, se podría decir que William Boyd ha tenido (y tiene) una vida de novela.
Empezaremos (puro orden cronológico) por The Blue Afternoon (1993), que ganó premios tanto en Gran Bretaña como en los EE.UU. En esta novela apreciamos rasgos comunes si no al conjunto de su obra (no soy quien para opinar) si a parte de su obra (la que yo he leído, concretamente); una hija atribulada (varias novelas de Boyd tienen protagonistas femeninos) con un progenitor de misterioso pasado que de repente se les viene encima (como en Restless) y ambientaciones de lo más variadas. En este caso, un país del que desconozco todo (Filipinas) y otro que no he pisado (EE.UU.). También parece que Boyd tiene una obsesión con el tema de la identidad, con lo que significa abandonar la persona que has sido y empezar una nueva vida, silenciando el pasado. La parte de The Blue Afternoon que transcurre en Filipinas (la historia retrospectiva, para entendernos) es la que me pareció más interesante (lo mismo me pasó con Restless). Supongo que uno de los puntos fuertes de Boyd debe ser la documentación; porque logra ambientar estupendamente una época un tanto remota. En cambio, en mi opinión, falla con las vicisitudes de la vida de la hija, que no despertaron mi interés en absoluto. Encuentro que ni el padre "de viejo" ni la hija son personajes sólidos, a diferencia de los de la historia en Filipinas. Y este desnivel se aprecia también en Restless. Any Human Heart es otra historia (en todos los sentidos).
Continuará.


La tarde azul
está publicada en Alfaguara.

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