miércoles, 17 de febrero de 2010

Boyd por triplicado (II)

Seguimos con uno de los libros más conocidos de William Boyd, el premiado Any Human Heart (2002). A pesar de estar ambientado antes de su época, resulta un tanto autobiográfico; después de todo, Boyd ha vivido en Nigeria y estaba allí durante la guerra de Biafra y, como su protagonista, también es de origen escocés, estudió filología francesa, estuvo en el Jesus College de Oxford, vive entre Londres y Francia, ha vivido del periodismo... El principal defecto que le encuentro a esta novela, bien escrita, es que resulta demasiado obvio que se nos quiere hacer ver el siglo XX a través de Logan Mountstuart; uno de esos hombres que se las arregla para surcar acontecimientos históricos y países como quien da un paseo por el parque. Eso fuerza un poco las cosas. La vida de Mountstuart contiene todos los ingredientes; ejerce todo tipo de oficios poco habituales y es que lo vive todo (algo un tanto improbable). Tan pronto conoce al pintor Jackson Pollock mientras dirige una galería de arte en Nueva York, como vive la guerra de Biafra mientras enseña en la universidad en Nigeria. Incluso anciano y retirado del mundanal ruido se ve envuelto en una historia del pasado, que, cómo no, se encarga de investigar. Es poco realista, vamos. Y conocer, es que conoce a todo el mundo. Ya sé que es una novela; pero es que no solo conoce a Hemingway en París, que no podía faltar (lo raro sería un personaje que no le hubiera conocido, siempre sale en todas las novelas, el hombre), sino también a Virginia Woolf, James Joyce y muchas otras figuras de la literatura, el arte, la política... (junto con alguna inventada, como Nat Tate, de quien hablaremos enseguida).
Como parece tener por costumbre, Boyd ha hecho los deberes y se ha documentado de maravilla. La historia de Alfred de Marigny, que sucede mientras el duque de Windsor (a quien también conoce Mountstuart, por supuesto) es gobernador de Bahamas es totalmente verídica. También es real el personaje de John Godfrey, el director de Inteligencia Naval de la Royal Navy que fichó a Ian Fleming (también sale, claro) antes de que fuera un escritor famoso. Queda patente que, como él mismo ha comentado, mientras investigaba para esta novela le interesaron temas que más tarde desarrollaría también en Restless (como las noticias falsas anti-nazis, la Baader-Meinhof...). Algunas de las historias están mejor resueltas que otras, eso sí. Concretamente, la de las correrías por una Nigeria en guerra es mucho estirar, para mi gusto. Y lo de Londres y los terroristas con Logan ya anciano es simplemente disparatado. A pesar de todo, de los tres libros suyos que me he leído, este es el que más me ha llenado; el más conseguido.
Y lo prometido es deuda, volvamos a Nat Tate (que tiene miga la cosa); un personaje inventado en 1998, cuando Boyd publicó Nat Tate: An American Artist 1928-1960, una obra que presentaba como reales los cuadros y la biografía de un pintor expresionista abstracto del Nueva York de los años 50, de vida trágica. De hecho, Boyd bautizó al supuesto pintor a partir del nombre de las dos pinacotecas británicas más famosas: la Nat-ional Gallery y la Tate Gallery. En Any Human Heart no solo aparece Nat Tate como un personaje más junto con pintores famosos (y reales), sino que hay también una nota al pie de página que nos remite a la obra de referencia sobre el artista. En lo que fue sin duda una jugarreta "orsonwellesiana", se publicó el libro como si no fuera una obra de ficción y varios destacados críticos de arte cayeron en la trampa. En la fiesta con motivo del lanzamiento de la obra, mientras el cantante David Bowie (que estaba en el ajo) leía fragmentos de la biografía, varias personas del mundo del arte recordaban haber conocido en vida a Nat Tate. Como era de esperar, hubo bastante gente a la que no le hizo ninguna gracia cuando se descubrió el pastel.


Las aventuras de un hombre cualquiera
(permítanme que me carcajee, no era esto lo que se quería decir con el título, que se refiere a un ser humano como los demás, justamente no puede decirse que Mountstuart sea un hombre cualquiera, por dios) está publicada en Alfaguara.

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