domingo, 25 de abril de 2010

Un manifestante más

Tenía que pasar y menos mal que ha sucedido. Los auténticos "guerracivilistas" (vaya palabro), los hijos y nietos de quienes sumieron a este país en la oscuridad, los partidarios de regímenes dictatoriales pretéritos (son ellos quienes no dejan que se cierren las heridas que ellos mismos abrieron, no los ninguneados familiares de los cadáveres abandonados en las cunetas de las carreteras de este triste país), se han crecido ante nuestra desidia.
Ya lo han dicho estos días los representantes de los presos del franquismo, de los represaliados; nos hemos dormido en los laureles de la democracia. En su momento hubo que mirar para otro lado por el bien de la bendita (y frágil) democracia, en esa transición tantas veces tildada de modélica y que se llevó a cabo a base de que medio país se tragara las lágrimas y el dolor y otro medio país conservara sus privilegios. Lo de siempre. Lo de siempre cansa. Ya es hora de acabar con la impunidad de unos crímenes que no pueden prescribir contra el derecho internacional, contra los derechos humanos, por más que lo diga una ley injusta (vaya contrasentido sin sorpresa) de este mezquino país. No me vale que ambos bando cometieran "desmanes": uno provocó la guerra, el otro defendía a un régimen legal. No me vale que en todas las guerras se fusile; que las guerras civiles sean las más duras, las que sirven para saldar rencillas entre vecinos; no me vale porque a la nuestra la siguieron cuarenta años de derrota para los vencidos, de represión para los reprimidos. Y tras eso, ¿cuarenta años más de olvido? Camino llevamos si no despertamos.

Sentí enormemente no salir a manifestarme yo también ayer; no tanto en favor de Garzón (que sufre una persecución injusta, política y surrealista, desde mi punto de vista), sino contra la impunidad y a favor de la verdadera memoria histórica (no ese papel mojado que han intentado vendernos como una ley). De eso iban en realidad las manifestaciones de ayer; por más que los medios solo destaquen el apoyo a Garzón, que lo hay, sobre todo porque ha sido a su vez el único apoyo de quienes llevan tantos años luchando en este país para que se reconozca que la muerte de su padre, de su hermano, fue injusta. Para sacar de la cuneta, en todos los sentidos, a todas esas personas condenadas al silencio en más de una manera.

A pesar de que tengo abandonado este blog por exceso de trabajo, no podía dejar pasar el 25 de abril, el aniversario de la Revolución de los Claveles (y el cumpleaños de quien esto firma) sin manifestarme aunque sea desde mi ordenador.

viernes, 16 de abril de 2010

Futuro asegurado

Me parece a mí que los traductores vamos a tener trabajo para rato en este país. Porque hasta que llegue el día en que quienes hablen otros idiomas dejen de ser minoría, lo cierto es que, de momento, o traducimos o no se entiende ni palabra. Y si se puede juzgar el nivel de los colegios bilingües de la Comunidad de Madrid por la incorrección gramatical de sus anuncios... ese día está lejano.
Para mí que esta gente gasta tanto en temas "Mortadelo y Filemón" que luego, claro, las campañas publicitarias las tienen que hacer ellos mismos en un ratico libre. Y si no llegaba el dinero para una campaña publicitaria sin errores gramaticales (siendo encima del Departamento de Educación), pues no te digo nada si tienen que financiar enseñanza bilingüe (y ya no digo que tenga que ser de calidad, porque esta palabra no viene a cuento en semejante contexto).
Este país es tan entretenido...

martes, 13 de abril de 2010

Vacaciones como dios manda

Hace solo una semana que volvimos y casi se me han olvidado ya; pero estas vacaciones de Semana Santa han demostrado que no hace falta alejarse tanto físicamente como tengo tendencia a desear para desconectar del todo, limpiar la mirada cansada de tanto ordenador y tan poco horizonte, y parar. Parar para valorar lo que importa (despertarse de una deliciosa siesta bajo el sol primaveral, rodeada de robles, con un concierto de todo tipo de pajarillos disfrutando del buen tiempo tras el largo invierno) y sorprenderse con lo que damos por sentado (los Pirineos oscenses, tan majestuosos e impresionantes cubiertos de nieve).
Han sido nueve días de descanso a jornada completa, para estirar las piernas y la mente y llenarnos de la energía de la montaña. La verdad es que tras un mes un tanto duro en varios frentes, ha sido una llegada de la primavera (a pesar de la nieve) en toda regla. Acertamos en varias cosas: en la elección de la zona (centrándonos en el Serrablo, en el Alto Aragón de mis amores) y, más concretamente, en la del pueblo (que vino dada por el alojamiento). Javierre del Obispo es de esos lugares que te cautivan con sigilo y sin estridencias. Mención especial merece Casa Oliván, altamente recomendable; una casa de infanzones con varios siglos y mucha historia a las espaldas, con interesantes características arquitectónicas y un mobiliario maravilloso y, lo más importante, unos propietarios entusiastas de su tierra y su pasado que nos hicieron sentir muy cómodos y nos ayudaron a conocer mejor todo lo que visitábamos (no llovió lo suficiente para toda la bibliografía que me prestaron y que disfruté enormemente).
Esperamos volver pronto para ir de excursión a los ibones (lagos glaciares) que en esta época resultaban aún inaccesibles o ir de romería a Santa Orosia, o lo que se tercie, vamos.

Más fotos de las vacaciones aquí. Como siempre, el fotógrafo es Jaime Seuma.

jueves, 8 de abril de 2010

País de ficción: dos ejemplos

En un país real, de los de vivir en ellos, el Ministerio de Igualdad se encargaría de que las mujeres cobrasen lo mismo que los hombres por realizar un mismo trabajo. En un país de ficción (pongamos que sea España), de los que nadie se cree, dicho Ministerio se dedicaría a duplicar el peso de los libros de texto con la inclusión del doble de palabras (concejalas y concejales, padres y madres, ministros y ministras) y a prohibir la lectura de cuentos tradicionales (por qué limitarse a la "Cenicienta", quizá no han leído a los griegos). Se estarían olvidando de que los niños con criterio saben cuando algo es sexista porque se lo han enseñado sus padres; pero, claro, para eso sus padres deberían tener tiempo (y ganas) de educarles. Y yo me pregunto, esos adolescentes tan machistas (ellos) y sumisas (ellas) que veo por la calle, ¿tendrán una sobredosis de "Blancanieves"? (yo a esos enanitos, dicho sea de paso, los veo muy explotados y en unas condiciones muy indignas, pero eso corresponde a otro Ministerio, creo).
En un país real, quien se adueña de un dinero que no es suyo va a la cárcel. En un país de ficción, a quien se persigue es a un juez que pretendía investigar las desapariciones de más de 100.000 personas ocurridas durante la Guerra Civil y la dictadura franquista. Curiosamente, las normas internacionales de derechos humanos dicen claramente que el crimen de desaparición forzada no prescribe y que entorpecer su investigación es un delito. Puede que sea el país de ficción el que deba acabar en la cárcel; pero al no existir, la cosa se complica. Porque lo que está claro es que es imposible que un país así exista.

En fin, que ya hemos vuelto de vacaciones (pronto caerá una entrada al respecto) y que ya vuelvo a las andadas tras un largo paréntesis (vaya mesecito, marzo, menos mal que se acabó).