Amis está en su papel, con su copa de vino cerca, sus anécdotas habituales (la de los brazos alzados respecto a los talibanes, las doce docenas de preservativos que le regaló su padre a los quince años...) y la tranquilidad de quien tiene el prestigio y la vida ganados.
En su conversación con el escritor Rodrigo Fresán, habla, ocurrente, de cómo se siente al envejecer, de la crisis de los cuarenta y tantos (una "crisis de mortalidad", cuando "la muerte deja de ser un rumor") y de lo que era la juventud ("la capacidad de pensar que solo envejecen los demás"). Utiliza una anécdota de los últimos años de la vida de su padre (cuando tras sufrir un ictus ya no podía escribir pero seguía aporreando la máquina de escribir, de la que surgía una única palabra), para ilustrar su convencimiento de que un escritor no se retira nunca, es escritor hasta el final y nunca siente que ha escrito suficiente (aunque solo le quede escribir "gaviota" una y otra vez).
Para Amis, el escritor es esa persona que no deja nunca de llenar libretas y diarios, mientras que los demás dejan de hacerlo cuando ya no son tan "conscientes del alma". Al preguntarle Fresán por el estilo, Amis contesta que no se utiliza por sí mismo, sino para que las percepciones del autor sean lo más precisas posibles y poder así cumplir con su misión: "hacer más interesante la vida a sus lectores" con los libros que le dicta una "presión interna".
A pesar de que su visita a Barcelona se debe a la presentación de las traducciones al castellano y al catalán de su última novela (La casa de los encuentros) y que, por lo tanto, está de promoción, Amis no se muerde la lengua al comentar que no lee a escritores en español porque no le gustan las traducciones (las compara con instantáneas de un cuadro), con la excepción de Borges, cuya prosa suena bien traducida al inglés. No contento con eso, también asegura que no es necesario tener una gran biblioteca ni leer todas las novedades, sino releer cada cierto tiempo un puñado de buenos libros (no explica cómo llega uno a ese puñado de escritores, y yo pienso en la cantidad de libros interesantes que me habría perdido si no sintiera curiosidad por escritores a los que nunca he leído).
En su conversación con el escritor Rodrigo Fresán, habla, ocurrente, de cómo se siente al envejecer, de la crisis de los cuarenta y tantos (una "crisis de mortalidad", cuando "la muerte deja de ser un rumor") y de lo que era la juventud ("la capacidad de pensar que solo envejecen los demás"). Utiliza una anécdota de los últimos años de la vida de su padre (cuando tras sufrir un ictus ya no podía escribir pero seguía aporreando la máquina de escribir, de la que surgía una única palabra), para ilustrar su convencimiento de que un escritor no se retira nunca, es escritor hasta el final y nunca siente que ha escrito suficiente (aunque solo le quede escribir "gaviota" una y otra vez).
Para Amis, el escritor es esa persona que no deja nunca de llenar libretas y diarios, mientras que los demás dejan de hacerlo cuando ya no son tan "conscientes del alma". Al preguntarle Fresán por el estilo, Amis contesta que no se utiliza por sí mismo, sino para que las percepciones del autor sean lo más precisas posibles y poder así cumplir con su misión: "hacer más interesante la vida a sus lectores" con los libros que le dicta una "presión interna".
A pesar de que su visita a Barcelona se debe a la presentación de las traducciones al castellano y al catalán de su última novela (La casa de los encuentros) y que, por lo tanto, está de promoción, Amis no se muerde la lengua al comentar que no lee a escritores en español porque no le gustan las traducciones (las compara con instantáneas de un cuadro), con la excepción de Borges, cuya prosa suena bien traducida al inglés. No contento con eso, también asegura que no es necesario tener una gran biblioteca ni leer todas las novedades, sino releer cada cierto tiempo un puñado de buenos libros (no explica cómo llega uno a ese puñado de escritores, y yo pienso en la cantidad de libros interesantes que me habría perdido si no sintiera curiosidad por escritores a los que nunca he leído).
2 comentarios:
¿No crees que cuando llegas a su edad y has leído tanto como él (tú misma dices que tiene muy buen gusto :) acabas pensando así? ¡Sobre todo si es un desmemoriado como nosotras! No sé mucho de este hombre, parece que es un provocador nato, pero no creo que esto lo diga por vacilar, me suena coherente con lo que indicó que eran sus clases de escritura creativa: aprender a leer antes que a escribir.
¡Gracias por tus comentarios, Novelantes!
Me hizo gracia que lo dijera en la presentación de una novedad (para qué vamos a comprarla, podemos seguir releyendo los Updike que tenemos en casa). Como estrategia comercial, no es muy buena ¿eh?
Sí estoy de acuerdo en qué aprender a leer es fundamental para un escritor. Y, desde luego, me parece muy enriquecedor releer y volver a admirar a nuestros escritores favoritos. Lo que me preguntaba es cómo llegas a ese puñado que merece la relectura. Si no lees antes a muchos otros que no valen la pena... A mí me gustan un buen número de escritores y, a pesar de tener ya suficientes novelas de mucha calidad que releer (y bastante menos tiempo del necesario), estoy encantada de descubrir a alguien "nuevo" (para mí, quiero decir), como me pasó hace poco más de un año con Haruki Murakami. Si no me hubiera arriesgado a comprar y leer "Kafka en la orilla", no sabría que me encanta.
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