Es curioso que pueda decir que me ha gustado una película en la que no pasa gran cosa (que es algo que me molesta profundamente en muchas películas francesas), pero así es. Encima el acontecimiento principal, por así llamarlo, es una reunión familiar, de esas de estar comiendo todo el día y juntarse por obligación (que tampoco es mi fuerte, ni resulta una temática muy original). A pesar de todo, la pulcritud con la que está filmada la sexta película de Hirokazu Kore-eda (considerado uno de los mejores cineastas japoneses actuales), con guión propio, su contención (personificada en el personaje de Ryo, a quien da vida en una estupenda interpretación el atractivo actor Abe Hiroshi) y la nostalgia que destila me hizo disfrutar de Aruitemo aruitemo (Still Walking) y que ni siquiera se me hiciera larga (dura casi dos horas).
Hirokazu Kore-eda alcanzó gran fama con "Nadie sabe" (2004), una película que he tenido a mano más de una vez, pero que me da una pereza (por la trama) considerable. Veremos si la superamos. Por lo visto, no tiene nada que ver con Still Walking, de corte más clásico, comparada incesantemente por los críticos con Cuentos de Tokio (1953), de Yasujiro Ozu, que esa sí que tengo muchas ganas de verla.
La reunión familiar se caracteriza aquí, en Japón y en la China (es un decir), por elementos clásicos como la comida de la madre (salí deseando ir a cenar a un japonés, qué pinta tan fabulosa tenían las tortitas de maíz de la abuela); los clichés en los que caemos respecto a otros miembros de la familia, a quien no nos molestamos en conocer; el típico abuelo gruñón digno competidor del personaje de la última película de Clint Eastwood; la brecha entre padres e hijos; la pesada carga del paso del tiempo; la idealización de quienes ya no están... Pero esta película va un paso más allá y nos muestra unos personajes que no son unidimensionales; vemos que es posible que el hijo superviviente se escaquee, pero que también se preocupa por sus padres; que la madre añora al hijo muerto, pero eso no le impide ser cruel con la persona a la que salvó con su muerte; que el abuelo se encierra en su estudio sin prestar atención a su familia, pero que luego le molesta que llamen a su casa "la casa de la abuela"... Todo ello con el trasfondo de uno de los grandes temas de la cultura japonesa; el conflicto entre tradición y modernidad, y con la insatisfacción de todos y cada uno de los miembros de la familia impregnándolo todo. Real como la vida misma.
Hirokazu Kore-eda alcanzó gran fama con "Nadie sabe" (2004), una película que he tenido a mano más de una vez, pero que me da una pereza (por la trama) considerable. Veremos si la superamos. Por lo visto, no tiene nada que ver con Still Walking, de corte más clásico, comparada incesantemente por los críticos con Cuentos de Tokio (1953), de Yasujiro Ozu, que esa sí que tengo muchas ganas de verla.
La reunión familiar se caracteriza aquí, en Japón y en la China (es un decir), por elementos clásicos como la comida de la madre (salí deseando ir a cenar a un japonés, qué pinta tan fabulosa tenían las tortitas de maíz de la abuela); los clichés en los que caemos respecto a otros miembros de la familia, a quien no nos molestamos en conocer; el típico abuelo gruñón digno competidor del personaje de la última película de Clint Eastwood; la brecha entre padres e hijos; la pesada carga del paso del tiempo; la idealización de quienes ya no están... Pero esta película va un paso más allá y nos muestra unos personajes que no son unidimensionales; vemos que es posible que el hijo superviviente se escaquee, pero que también se preocupa por sus padres; que la madre añora al hijo muerto, pero eso no le impide ser cruel con la persona a la que salvó con su muerte; que el abuelo se encierra en su estudio sin prestar atención a su familia, pero que luego le molesta que llamen a su casa "la casa de la abuela"... Todo ello con el trasfondo de uno de los grandes temas de la cultura japonesa; el conflicto entre tradición y modernidad, y con la insatisfacción de todos y cada uno de los miembros de la familia impregnándolo todo. Real como la vida misma.
Tráiler con subtítulos en español aquí.
3 comentarios:
jajaja, nosotros también salimos con ganas de japonés y las cumplimos! Qué estupendísima película, cómo nos gustó, qué maravilla. Y pensar que estuvimos a punto de entrar en una francesa... Qué te pareció la escena del baño con el niño, sorprendente costumbre, no? A nosotros ya nos llamó la atención en "Totoro". Esos referentes nuestros... Pero de verdad que tienes que ver esa peli o Ponyo o Chihiro o El castillo ambulante... porque ésta tendrá de Ozu, pero también muchísimo de Miyazaki, esos paisajes de Miyazaki...
Pues queda pendiente Miyazaki. La de Ponyo la ponían tb estos días en el Maldà ¿no? Lástima de exceso de trabajo. :(
La semana que viene quiero ir a ver "Despedidas" en el Verdi. Falta que pueda, porque se atormenta una vecina... ;)
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