viernes, 19 de junio de 2009

Un hombre imprescindible

Yo que suelo ser muy crítica con la jerarquía católica (y con la de otras religiones, que conste), soy una gran admiradora de los diversos ex jesuitas que he conocido por el mundo y de otros "soldados rasos" (como algunos párrocos de Barcelona cuya labor he podido ver de cerca y que están siempre al lado del que sufre, aunque no sea eso lo que predique "su" radio). Y nadie me ha impresionado más que Vicente Ferrer, al que conocimos en Anantapur hace seis años, cuando ya pasaba de los ochenta; aunque seguía con la misma lucidez, sin acomodarse a pesar de lo mucho conseguido. Hablabas con él y surgía el revolucionario, la persona íntegra que no puede quedarse indiferente ante la pobreza, el hombre que ha devuelto la dignidad a miles de intocables. Le veías tan frágil, tan delgado; pero con muchas ganas de seguir luchando, hablando como un padre orgulloso de "sus" ingenieros agrónomos cuando le dijimos que eso era lo que había estudiado mi marido ("pero los míos son indios ¿eh?", insistía).
Escuchar hablar a Vicente Ferrer era apasionante. Cualquier entrevista con él valía la pena. Tenía un gran sentido del humor. Cuando le preguntaban si había olvidado alguna vez su fe en Dios, contestaba riendo que no, que era Dios el que a veces se había olvidado de él. Durante nuestra estancia en Anantapur me firmó un libro sobre su vida (Vicente Ferrer: La revolución silenciosa, de Alberto Oliveras) y sabiendo que yo era traductora escribió "tradúceme a mí mismo a Dios". En ese momento pensé que no era necesario, que si hay un Dios, solo entiende a las personas como Vicente Ferrer, las únicas que hablan su idioma. En cualquier caso, ahora ya no necesita intérprete. Cuidadín con este hombre en el más allá, que dijo que seguiría haciendo lo mismo una vez muerto.
Me viene a la cabeza una de esas citas de Bertolt Brecht que de tan usadas ya ni estás segura de si son de él, porque al hombre se las suelen endilgar con mucha soltura. Seguro que esta se ha utilizado más de una vez, en cualquier caso, para hablar de Vicente Ferrer, porque parece inspirada por su vida: "Hay hombres que luchan un día y son buenos, otros luchan un año y son mejores, hay quienes luchan muchos años y son muy buenos, pero están los que luchan toda la vida, y esos son los imprescindibles". Así era "Father Vicente", un hombre imprescindible. Como no podía ser de otra manera, será enterrado en Anantapur. Ojalá su Fundación sepa estar a la altura de un hombre así y seguir con la magnífica labor que siempre ha hecho.

Fotografía: FVF. Hay un álbum fotográfico que vale mucho la pena aquí.