Siempre digo que no aprovechamos la oferta cultural de Barcelona, que no es Londres, pero cosillas para ver/oír abundan (más que el tiempo para ir a echarlas un ojo o para investigarlas siquiera). Suerte que a veces me hacen propuestas de lo más honestas como el programa doble sugerido esta semana por la jefa de los Novelantes (¡mil gracias, Caro!), que encima ha coincidido con una relativa tranquilidad en el frente; así que miel sobre hojuelas.
Dentro de la programación del Festival In-Edit (Festival Internacional de Cine Documental Musical de Barcelona), fuimos a ver primero el documental ficticio Spinal Tap, de Rob Reiner, que cumple este año su veinticinco aniversario. La historia de este documental tiene tela; porque se inventaron una banda "heavy" inglesa y se eligieron a unos actores que fueran músicos además. Tal fue el éxito del documental (se ha convertido en toda una peli de culto) que Spinal Tap llegó a grabar discos y actuar para sus fans. Las imágenes "retrospectivas" de los inicios del grupo en los años cincuenta cantando "Listen to the flower people" son para troncharse; así como las referencias a los baterías muertos... En fin, una parodia que no ha envejecido mal del mundo de las bandas "heavy" en la que al final queda peor parada la industria discográfica que los ingenuos músicos y sus clichés (yo solo pillé algunos, claro), como dios manda.
El segundo documental, sobre la historia de la cultura pop oscense, "Los chicos de provincias somos así" (título de un tema mítico de Los Mestizos), y dirigido por Orencio Boix, no tiene desperdicio ni siquiera para los que no hemos vivido ese ambiente. Está magníficamente estructurado y no se limita a los gloriosos años 80 y a gente como Escoria Oriental (los más conocidos aunque fuera de nombre, al menos por mí). Empieza con el nacimiento del pop, a finales de los 50, que significó toda una revolución en un lugar extremadamente pequeño, rural y clasista. Sale el primer grupo que grabó un disco "ye-yé" en España (y que actuaron en Irán, nada menos) y, de repente, se muere Franco y se arma una que no veas; con cada cual cantando lo que dios le da entender y el surgimiento de las tribus urbanas ("¡había tres punks!" dice uno de los entrevistados). El desparpajo del personal es lo mejor; nadie se da importancia ni se amarga por no haber tenido más éxito en su carrera musical. Lo de Willy Giménez diciendo que en Huesca Camarón estaría vivo, o la respuesta de un componente de la Escoria Oriental a la pregunta de cómo ven el auge musical de Huesca ("pues, doble, lo vemos doble, como todo") es desternillante y conmovedor por su frescura a la vez. Total, que Orencio Boix no se limita a mostrarnos lo esperable; sino que va más allá, hacia atrás y hacia adelante (porque nos muestra también lo último de la música oscense, tanto en Huesca como fuera); dando voz a las bandas, a los periodistas que las apoyaron... Una maravilla.
De visionado imprescindible: vídeo de una actuación de Escoria Oriental, cantando "Reggae de los Monegros". La calidad de la imagen no es muy allá; pero vale la pena.
Dentro de la programación del Festival In-Edit (Festival Internacional de Cine Documental Musical de Barcelona), fuimos a ver primero el documental ficticio Spinal Tap, de Rob Reiner, que cumple este año su veinticinco aniversario. La historia de este documental tiene tela; porque se inventaron una banda "heavy" inglesa y se eligieron a unos actores que fueran músicos además. Tal fue el éxito del documental (se ha convertido en toda una peli de culto) que Spinal Tap llegó a grabar discos y actuar para sus fans. Las imágenes "retrospectivas" de los inicios del grupo en los años cincuenta cantando "Listen to the flower people" son para troncharse; así como las referencias a los baterías muertos... En fin, una parodia que no ha envejecido mal del mundo de las bandas "heavy" en la que al final queda peor parada la industria discográfica que los ingenuos músicos y sus clichés (yo solo pillé algunos, claro), como dios manda.
El segundo documental, sobre la historia de la cultura pop oscense, "Los chicos de provincias somos así" (título de un tema mítico de Los Mestizos), y dirigido por Orencio Boix, no tiene desperdicio ni siquiera para los que no hemos vivido ese ambiente. Está magníficamente estructurado y no se limita a los gloriosos años 80 y a gente como Escoria Oriental (los más conocidos aunque fuera de nombre, al menos por mí). Empieza con el nacimiento del pop, a finales de los 50, que significó toda una revolución en un lugar extremadamente pequeño, rural y clasista. Sale el primer grupo que grabó un disco "ye-yé" en España (y que actuaron en Irán, nada menos) y, de repente, se muere Franco y se arma una que no veas; con cada cual cantando lo que dios le da entender y el surgimiento de las tribus urbanas ("¡había tres punks!" dice uno de los entrevistados). El desparpajo del personal es lo mejor; nadie se da importancia ni se amarga por no haber tenido más éxito en su carrera musical. Lo de Willy Giménez diciendo que en Huesca Camarón estaría vivo, o la respuesta de un componente de la Escoria Oriental a la pregunta de cómo ven el auge musical de Huesca ("pues, doble, lo vemos doble, como todo") es desternillante y conmovedor por su frescura a la vez. Total, que Orencio Boix no se limita a mostrarnos lo esperable; sino que va más allá, hacia atrás y hacia adelante (porque nos muestra también lo último de la música oscense, tanto en Huesca como fuera); dando voz a las bandas, a los periodistas que las apoyaron... Una maravilla.
De visionado imprescindible: vídeo de una actuación de Escoria Oriental, cantando "Reggae de los Monegros". La calidad de la imagen no es muy allá; pero vale la pena.
6 comentarios:
Y yo regué los monegros :-)
A mi Los Mestizos y La Escoria Oriental me pillaron en mis años mozos. Sus canciones, auténticos himnos de pasadas noches de gloria y borrachera (y diversas politoxicomanías).
Huesca había sido una pequeña ciudad provinciana muy facha (y aún de eso guardo recuerdos de mi niñez); y paso de cero a cién como una moto 500 GP. De repente me recuerdo a mi mismo con 17, 18 años, descubriendo el frenesí y el desmadre del tubo y sus bares (el Nelson, el Bolinga, el Zombies, el Chupitos, el Casbah, el Arkanos, tantos y tantos otros) y descubriéndome a mi mismo, un nuevo yo del que no hubieron pistas ni anticipos hasta los 16 o 17 años.
Toda la creatividad que se respiraba en aquella época y en aquel lugar (también en otros), todas las ganas colectivas de hacer cosas, todo aquello era un fenómeno que tenía masa, que era palpable, que era perceptible, que era absorbible por ósmosis, a través de los poros de la piel... y que era contagioso.
Ayer, en Barcelona 2009, y a pesar de la distancia (qué rápido se pasa el tiempo y que lejos se queda todo atrás), viendo el documental tuve un par de momentos de comunión y entendimiento con mi antiguo yo, el que solía ser, y que ya no volverá.
Excepto cuando se entreabran ventanas al pasado, como ayer, que permitan durante unos fugaces instantes atisbar (¡aún una vez más!) los viejos yo y los viejos nosotros.
Que te pones lírico, Jaims ;)
El docu te llegó a tu coraconcito ¿eh? :)
Vamos, que regaste los Monegros y a tí mismo, abundantemente y tan contento.
Qué mala es la edad.
La ocasión lo requiere :-)
¡Me alegro que os gustara! Y me da pena no haberlo visto, ahora mismo me pongo a ver el reagge de los monegros al menos, besos!
(por si os preguntáis qué hago ante el ordenador un sábado a estas horas, efectivamente, intento trabajar)
Ey, qué te parece el nuevo título de la tertulia? Esta vez ya tienes el trabajo hecho, y ay como el libro no sea tan chulo como lo pintas, porque los convencí yo.
Pues no sé yo si avanzarías mucho currando el sábado... ;)
Qué sorpresa lo de Rushdie. Tengo el curro hecho, sí.
El libro es una pasada, insisto; pero si a alguien no le gusta pues que reclame a quien lo propuso, que no fui yo. :)
¿Tú lo has leído ya?
Publicar un comentario