La segunda novela de Mark Haddon lleva el muy británico título de A Spot of Bother (traducida como Un pequeño inconveniente y publicada por Alfaguara). Y se trata, realmente, de una novela muy británica, en la que no paran de soltar ironías y poner teteras, mientras comen platos precocinados comprados en la omnipresente cadena de supermercados Tesco. A pesar de que desde las primeras páginas uno intuye que Haddon no piensa aventurarse en tierras ignotas con esta historia, tampoco puede dejar de leer, atrapado por un ritmo frenético (que decae un tanto hacia el final) lleno de clímaxes. Al lector casi le da miedo dejar a los personajes por miedo a lo que harán mientras no les observa. Total, que se lee en un fin de semana sin trabajo (y sin trabajos).
Tras un debut por todo lo grande como escritor para adultos (aunque El curioso incidente del perro a medianoche lo publicó simultáneamente una editorial para adultos y otra de literatura infantil con idéntico texto y diferentes portadas) que le valió nada menos que 17 premios en todo el mundo (incluyendo el muy prestigioso Whitbread y ser finalista del Booker), y unas ventas fabulosas en decenas de idiomas, el autor de libros infantiles, ilustrador y guionista británico tenía un importante reto ante sí: no decepcionar a sus legiones de fans sin repetirse. Para ello escogió a un clan al borde de un ataque de nervios y se sirvió de su fino humor para el retrato de personajes. El resultado es una novela que se lee muy fácilmente, pero que no va más allá. Y podría haberlo hecho. Hay comentarios muy ingeniosos y situaciones divertidas que podrían haberse llevado al absurdo, arriesgando un poco más. Esta es una lectura que no compromete en absoluto al lector por más que pueda encontrar algún paralelismo con su vida; no se llega a ridiculizar verdaderamente a los protagonistas. Ni siquiera a George, por más disparates que haga, llega en ningún momento a ser patético (y nunca nos llegamos a preocupar realmente por su integridad).
De alguna forma, Haddon protege en exceso a sus personajes, haciéndoles salir bien librados de todos sus líos. Quizá por su pasado de autor infantil, no se mete en muchos jardines. Me queda la sensación de que si lo hubiera hecho estaríamos ante una novela de más alcance. Quizá Haddon, como buen autor para todos los públicos, se frena a la hora de incluir más momentos como las fantasías eroticas de Jamie o el atormentado recuerdo de la escena sexual que contempla George (en este último caso, el vocabulario elegido es brillante). O quizá no tiene la suficiente mala leche. El caso es que se queda corto y es una lástima, porque Haddon sabe escribir y es, sin duda, lo suficientemente ingenioso (aunque solo el ingenio no pueda sostener una novela). George es, en este sentido, el personaje más logrado, con su peculiar visión de las cosas. Por ejemplo, no le disgusta que su hijo sea homosexual por el hecho de que mantenga relaciones sexuales con otros hombres, sino porque la idea de una pareja de hombres comprando muebles juntos le incomoda. También se retrata muy bien la forma en que los miembros de una familia tienen adjudicados unos roles de los que es imposible librarse aunque las personas crezcan o evolucionen. Cómo los hijos nunca resultan lo suficientemente adultos y son incapaces de ver a sus padres como personas que puedan cometer infidelidades o tener crisis nerviosas. Para Jamie, su padre es la persona que ordena los libros alfabéticamente y le da cuerda a los relojes; y es incapaz de entender qué puede llevarle a perder la chaveta.
Aunque también puede verse de otra forma: una trama tan poco audaz hubiera resultado fallida escrita por alguien menos capaz. Al menos, así lo veían en una crítica en The New York Times; lo cual me hace pensar que a los críticos les cuesta "machacar" una novela cuando previamente han encumbrado a su autor. Y es que quizá se colocó a Haddon en un pedestal demasiado alto. Desde luego, The Curious Incident of the Dog in the Night-time tenía fuerza (aunque daba la sensación de que Haddon no había sabido encontrar un final para su historia). Su retrato del adolescente con síndrome de Asperger nos hacía entender tan bien a Cristopher, que casi dudábamos si no tendríamos nosotros también alguna alteración del mismo tipo. Es una novela sorprendente, que engancha al lector con una estructura muy simple que esconde una fina ironía; pero que quizá no sea la obra maestra que merecía premios literarios tan prestigiosos. En ese sentido, puede que sea uno de esos raros fenómenos literarios que aúnan buenas críticas y entusiasmo de los lectores; pero que no van a resistir bien el paso del tiempo. Un libro que se olvide en una década. Haddon tendrá que esforzarse un poco más si no quiere que se le olvide también a él. Al menos, en cuanto a público adulto se refiere; porque no conozco el resto de su obra.
Se puede leer el primer capítulo (en inglés) de la segunda novela de Haddon aquí.
Tras un debut por todo lo grande como escritor para adultos (aunque El curioso incidente del perro a medianoche lo publicó simultáneamente una editorial para adultos y otra de literatura infantil con idéntico texto y diferentes portadas) que le valió nada menos que 17 premios en todo el mundo (incluyendo el muy prestigioso Whitbread y ser finalista del Booker), y unas ventas fabulosas en decenas de idiomas, el autor de libros infantiles, ilustrador y guionista británico tenía un importante reto ante sí: no decepcionar a sus legiones de fans sin repetirse. Para ello escogió a un clan al borde de un ataque de nervios y se sirvió de su fino humor para el retrato de personajes. El resultado es una novela que se lee muy fácilmente, pero que no va más allá. Y podría haberlo hecho. Hay comentarios muy ingeniosos y situaciones divertidas que podrían haberse llevado al absurdo, arriesgando un poco más. Esta es una lectura que no compromete en absoluto al lector por más que pueda encontrar algún paralelismo con su vida; no se llega a ridiculizar verdaderamente a los protagonistas. Ni siquiera a George, por más disparates que haga, llega en ningún momento a ser patético (y nunca nos llegamos a preocupar realmente por su integridad).
De alguna forma, Haddon protege en exceso a sus personajes, haciéndoles salir bien librados de todos sus líos. Quizá por su pasado de autor infantil, no se mete en muchos jardines. Me queda la sensación de que si lo hubiera hecho estaríamos ante una novela de más alcance. Quizá Haddon, como buen autor para todos los públicos, se frena a la hora de incluir más momentos como las fantasías eroticas de Jamie o el atormentado recuerdo de la escena sexual que contempla George (en este último caso, el vocabulario elegido es brillante). O quizá no tiene la suficiente mala leche. El caso es que se queda corto y es una lástima, porque Haddon sabe escribir y es, sin duda, lo suficientemente ingenioso (aunque solo el ingenio no pueda sostener una novela). George es, en este sentido, el personaje más logrado, con su peculiar visión de las cosas. Por ejemplo, no le disgusta que su hijo sea homosexual por el hecho de que mantenga relaciones sexuales con otros hombres, sino porque la idea de una pareja de hombres comprando muebles juntos le incomoda. También se retrata muy bien la forma en que los miembros de una familia tienen adjudicados unos roles de los que es imposible librarse aunque las personas crezcan o evolucionen. Cómo los hijos nunca resultan lo suficientemente adultos y son incapaces de ver a sus padres como personas que puedan cometer infidelidades o tener crisis nerviosas. Para Jamie, su padre es la persona que ordena los libros alfabéticamente y le da cuerda a los relojes; y es incapaz de entender qué puede llevarle a perder la chaveta.
Aunque también puede verse de otra forma: una trama tan poco audaz hubiera resultado fallida escrita por alguien menos capaz. Al menos, así lo veían en una crítica en The New York Times; lo cual me hace pensar que a los críticos les cuesta "machacar" una novela cuando previamente han encumbrado a su autor. Y es que quizá se colocó a Haddon en un pedestal demasiado alto. Desde luego, The Curious Incident of the Dog in the Night-time tenía fuerza (aunque daba la sensación de que Haddon no había sabido encontrar un final para su historia). Su retrato del adolescente con síndrome de Asperger nos hacía entender tan bien a Cristopher, que casi dudábamos si no tendríamos nosotros también alguna alteración del mismo tipo. Es una novela sorprendente, que engancha al lector con una estructura muy simple que esconde una fina ironía; pero que quizá no sea la obra maestra que merecía premios literarios tan prestigiosos. En ese sentido, puede que sea uno de esos raros fenómenos literarios que aúnan buenas críticas y entusiasmo de los lectores; pero que no van a resistir bien el paso del tiempo. Un libro que se olvide en una década. Haddon tendrá que esforzarse un poco más si no quiere que se le olvide también a él. Al menos, en cuanto a público adulto se refiere; porque no conozco el resto de su obra.
Se puede leer el primer capítulo (en inglés) de la segunda novela de Haddon aquí.