Ahora que estamos preparando el viaje de este verano, es buen momento para recordar el que hicimos el año pasado a Bolivia, un país que vale mucho la pena (cuidadín con qué compañía aérea se viaja, eso sí).
Entre mis recuerdos, no necesariamente por este orden:
Entre mis recuerdos, no necesariamente por este orden:
1. Las cuestas de Potosí, una ciudad con muchísimo encanto a 4.000 metros (aunque no sufrimos por el mal de altura, nos quedábamos sin resuello igual). Las calles son muy estrechas y sinuosas, para despistar al viento helado (aunque, claramente, no lo logran). La energía tan especial que transmite el Cerro Rico.
2. El Nevado Illimani visto desde La Paz (y desde la carretera que lleva a la capital, y desde el aeropuerto de El Alto, dominándolo todo).3. El Parque Nacional Madidi y todos los pájaros que vimos allí (los espectaculares papagayos, volando en parejas). La selva de noche.
4. Las lagunas, volcanes y salares del Altiplano, en la Reserva de Fauna Eduardo Avaroa (un lugar muy virgen aún, gracias al inhóspito entorno). Los flamencos, ñandúes y vicuñas de la Reserva (y los colores, los contrastes del agua, el cielo y la tierra).
5. Los tejados de las iglesias y conventos de Sucre y Potosí, y las vistas de la ciudad desde allí. El barroco mestizo de la Iglesia de San Lorenzo (Potosí).
6. El mate de hojas de coca, que va bien para todo (para el mal de altura, para la digestión) y el trimate (coca, anís y manzanilla), estupendo después de cenar. Debimos beber litros de ambos. Los batidos de fruta y el chocolate de Sucre; los platos con quinoa de cualquier parte del país; montones de tipos de patatas diferentes, todas riquísimas. Una delicia.
7. Los diseños textiles jal'qa (que plasman un mundo oscuro e irreal con extraños animales) y tarabuco (se pueden ver buenas muestras de ambos en el interesante Museo Textil que hay en Sucre).
8. Los cerros rojizos de Tupiza y la "pateada ornitológica" que nos pegamos hasta Entrerríos el día de nuestro aniversario (diez horas para recorrer 24 km, parando en seco cada cuatro pasos porque había un pajarito que fotografiar, identificar, contemplar, escuchar...).
9. Los "escribidores" (no sé si se llaman así). Los vimos en las calles de Sucre, con su pupitre, su silla y su anticuada máquina de escribir, dispuestos a redactar cartas o rellenar formularios por unos pesitos.
10. La gente, tan amable. El niño de un pueblito tranquilo y polvoriento (al que habíamos llegado por una pista más polvorienta aún, en un autobús que no tenía una sola ventana que cerrase bien), que nos preguntó de dónde éramos y al decírselo, le salió del alma un "¿Y han venido hasta aquí para pasear?".
Más fotos de Bolivia aquí. La foto de la Reserva de Fauna Eduardo Avaroa es de cosecha propia (pero el tratamiento digital es de Jaime Seuma).
2 comentarios:
Navegando por internet (¡qué cosas!) he acabado llegando aquí.
Y, como no puse ningún comentario en su momento, hago uno chiquitito ahora; solamente al recordar el bonito viaje que resultó, qué pais tan increible, qué contrastes (del Altiplano a la Amazonia), qué gente, cuanta energía condensada en el Cerro Rico, y cuanta historia detrás... Y que bella gente.
Aymaras...
Lo tuyo tiene su miga... ;)
Bueno, más vale tarde que nunca.
¡Se agradece el comentario!
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