Siempre hay que ver el lado bueno de las cosas. Que no tienes memoria; pues, nada, se aprovecha la carencia para volver a disfrutar de películas que ya has visto y que te van a resultar poco menos que nuevas. Así puedes regresar a las de Hal Hartley y que te sorprendan casi como la primera vez. Un lujo ¿no?
Mi favorita siempre ha sido (incluso cuando no la recordaba demasiado bien) Trust, la segunda, escrita y dirigida por Hartley en 1990; con el atractivo y atormentado personaje encarnado por Martin Donovan (que lleva siempre consigo una granada "sólo por si acaso" y no soporta la televisión). Aparece de nuevo Adrienne Shelly, que resulta ser una adolescente tan poco convencional como la de la primera película (que oía caer bombas todo el rato) a pesar de las pintas que lleva al inicio de la historia, con el pelo cardado y el novio jugador de fútbol (el mismo al que abandonaba en The Unbelievable Truth, de 1989). Los diálogos vuelven a ser estupendos y tiene el mismo espíritu independiente de la anterior; solo que resulta, en mi opinión, más redonda. Simple Men (1992) completa una especie de trilogía en este rebobinado (porque en realidad hay una película anterior, Surviving Desire, de 1991, que no sé si he visto); volviendo a los diálogos teatrales y las frases trascendentales. Nadie dice nunca nada por decir, y la música (de Yo la Tengo) parece un protagonista más, de tan integrada que está. Aparecen los mismos actores de las dos películas anteriores; como si se barajasen los papeles pero fuera siempre la misma historia (la imposibilidad de padres e hijos para entenderse, el amor que llega cuando menos te lo esperas y del que no se puede huir, la incomprensión de la sociedad ante lo diferente...).
Y entonces, cuando Hartley corría serios riesgos de repetirse, nos sale con esa maravilla que es Henry Fool (1997) y nos quedamos descolocados, porque todos los actores son nuevos (aunque muy dignos de salir en sus películas). Sigo hablando desde mi perspectiva actual, de este visionado, porque en realidad, cronológicamente, antes de Henry Fool están Amateur (1994) y Flirt (1995) (que en su momento creo que me parecieron más flojas, pero que debería volver a ver). Con el bueno de Henry, Hartley nos vuelve a sorprender por la delicadeza con la que narra hechos brutales, acompañándose esta vez de música escrita por él mismo (que casa a la perfección con la ambientación de la historia). Cuando esperábamos ver más de lo mismo, este hombre se reinventa a sí mismo con algo totalmente diferente que sin embargo le es muy propio. Evoluciona sin salirse de su mundo; mostrándonos de nuevo esa devoción por las palabras que se trasluce en los diálogos de todas sus películas (y en esta historia, porque Henry no es nada sin las palabras) y también en la presencia de libros, siempre con un papel destacado, acompañando a los personajes.
Pues eso; que da gusto no tener memoria. A falta de ser viendo otras películas "antiguas" de Hartley, he pasado unos ratos estupendos con estas cuatro, y he recordado por qué me fascinaron en su momento.
En cartel actualmente, la última película de Hal Hartley, Fay Grim (2006)
Mi favorita siempre ha sido (incluso cuando no la recordaba demasiado bien) Trust, la segunda, escrita y dirigida por Hartley en 1990; con el atractivo y atormentado personaje encarnado por Martin Donovan (que lleva siempre consigo una granada "sólo por si acaso" y no soporta la televisión). Aparece de nuevo Adrienne Shelly, que resulta ser una adolescente tan poco convencional como la de la primera película (que oía caer bombas todo el rato) a pesar de las pintas que lleva al inicio de la historia, con el pelo cardado y el novio jugador de fútbol (el mismo al que abandonaba en The Unbelievable Truth, de 1989). Los diálogos vuelven a ser estupendos y tiene el mismo espíritu independiente de la anterior; solo que resulta, en mi opinión, más redonda. Simple Men (1992) completa una especie de trilogía en este rebobinado (porque en realidad hay una película anterior, Surviving Desire, de 1991, que no sé si he visto); volviendo a los diálogos teatrales y las frases trascendentales. Nadie dice nunca nada por decir, y la música (de Yo la Tengo) parece un protagonista más, de tan integrada que está. Aparecen los mismos actores de las dos películas anteriores; como si se barajasen los papeles pero fuera siempre la misma historia (la imposibilidad de padres e hijos para entenderse, el amor que llega cuando menos te lo esperas y del que no se puede huir, la incomprensión de la sociedad ante lo diferente...).
Y entonces, cuando Hartley corría serios riesgos de repetirse, nos sale con esa maravilla que es Henry Fool (1997) y nos quedamos descolocados, porque todos los actores son nuevos (aunque muy dignos de salir en sus películas). Sigo hablando desde mi perspectiva actual, de este visionado, porque en realidad, cronológicamente, antes de Henry Fool están Amateur (1994) y Flirt (1995) (que en su momento creo que me parecieron más flojas, pero que debería volver a ver). Con el bueno de Henry, Hartley nos vuelve a sorprender por la delicadeza con la que narra hechos brutales, acompañándose esta vez de música escrita por él mismo (que casa a la perfección con la ambientación de la historia). Cuando esperábamos ver más de lo mismo, este hombre se reinventa a sí mismo con algo totalmente diferente que sin embargo le es muy propio. Evoluciona sin salirse de su mundo; mostrándonos de nuevo esa devoción por las palabras que se trasluce en los diálogos de todas sus películas (y en esta historia, porque Henry no es nada sin las palabras) y también en la presencia de libros, siempre con un papel destacado, acompañando a los personajes.
Pues eso; que da gusto no tener memoria. A falta de ser viendo otras películas "antiguas" de Hartley, he pasado unos ratos estupendos con estas cuatro, y he recordado por qué me fascinaron en su momento.
En cartel actualmente, la última película de Hal Hartley, Fay Grim (2006)
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