viernes, 30 de mayo de 2008

Actores demasiado buenos

El cartel original de la última película de Sidney Lumet, Antes de que el diablo sepa que estás muerto, tiene mucha más fuerza y estilo que el que publicita la película en nuestro país (donde hay que enseñar a sus oscarizados protagonistas para atraer público en las semanas de furor "indy" e "ironmaníaco"). Aparte del título (la segunda parte de un dicho irlandés, "ojalá estés en el cielo media hora antes de que el diablo..."), muestra un juego de palabras que nos avisa de que va la película: "Loyalty. It's all relative". "Relative" es tanto "relativo" como "pariente" en inglés. Y de eso va la historia, de que los parientes son la peste (y los hermanos pequeños, ni te cuento).
Se trata de una película filmada con maestría y fuerza, con una estructura no lineal que retrocede en el tiempo (avisando, eso sí) y muestra escenas desde varios puntos de vista. Destaca sobre todo por unos actores soberbios, los que hacen de los hermanos Hanson y su padre. El papel de hermano mayor parece hecho a medida para Philip Seymour Hoffman y Ethan Hawke interpreta a la perfección al otro perdedor de la película. Lo hacen tan bien ambos, que la película resulta un tanto "dolorosa" para el espectador que ve desde su butaca cómo se destrozan la vida estos dos (cargándose de paso la del resto de la familia). La interpretación de Philip Seymour Hoffman se la espera uno desde el minuto cero; pero Ethan Hawke sorprende (se pone tan en su papel, que deja de estar hasta guapo). Albert Finney sigue siendo un gran actor al que no le pueden ni los años, y borda al padre que no ha sabido nunca relacionarse con su hijo mayor.
Con un final sorprendente, me queda la duda de si hay un fallo de guión o de entendederas mías: ¿por qué van al hospital los hermanos y Marisa Tomei preguntando por el padre y se sorprenden al ver que la que está ingresada es la madre? ¿Qué les hace pensar que ha sido el padre el herido? ¿No le ha visto Hank irse del centro comercial en su coche? ¿O es que en el fondo es lo que deseaban?

miércoles, 28 de mayo de 2008

Esa inquietante piscina...

La japonesa Yoko Ogawa es una autora de culto en Japón, Francia y Alemania, y parte de su obra ha sido traducida también en España (donde es mucho menos conocida). Ganadora de varios premios de prestigio en su país y elogiada por escritores consagrados como Kenzaburo Oe, en Francia ha publicado unas diez novelas. En Estados Unidos se estrenó en 2005 nada menos que en The New Yorker, donde publicaron una de las historias (la del embarazo) de The Diving Pool, la colección de relatos que acabo de leer.
En estos relatos, Ogawa crea atmósferas inquietantes y perdurables con una narración sencilla y un lenguaje económico, manteniendo con gran habilidad el suspense y haciendo que nos temamos en todo momento lo peor. Una confusa adolescente que lleva vida de huérfana en un hospicio que regentan sus padres, una joven esposa que acaba cuidando a un desconocido sin brazos y con una sola pierna en un misterioso edificio y el retorcido resentimiento de una mujer por el embarazo de su hermana protagonizan estas hipnóticas historias.
Hay que leer más libros de Yoko Ogawa, sin duda alguna. Continuará.

Obra traducida en España (lista no exhaustiva):
Hotel Iris (Ediciones B)

La fórmula secreta del profesor (Editorial Funambulista)
Uno de los relatos de The Diving Pool: El embarazo de mi hermana (Editorial Funambulista)

jueves, 22 de mayo de 2008

El regreso de Karim Amir

Vuelve Karim Amir (aunque sea fugazmente y más en espíritu que en "carne y hueso"), el protagonista de El buda de los suburbios, y con él, los 70. En Something to tell you (la nueva novela de Hanif Kureishi) tiene poco papel, es cierto (solo sale en la fiesta de Mustaq / George y se le menciona de pasada un poco más tarde), pero su aparición es muy significativa en una novela que nos recuerda a la primera.
Lo curioso de Something... es que al empezar a leer, nos parece que hay una nota de novedad en el texto en comparación con las últimas obras de Kureishi (que tienen todas un tono bastante parecido); pero al avanzar en la lectura nos damos cuenta que la "novedad" es haber vuelto a sus orígenes para combinar el Londres (y, de alguna manera, el tono) de su primera novela con la evolución del escritor y su momento vital (en la cincuentena, como su protagonista).
El resultado es una novela que nos sumerge en un mundo menos individualizado de lo que nos tenía acostumbrados Kureishi en los últimos tiempos, mucho más coral e impredecible; hasta el punto de lamentar no haber pasado más tiempo con Jamal, el protagonista / alter ego de Kureishi (al que se parece incluso en su pasado como escritor de pornografía). En definitiva, el (seductor) Kureishi de siempre, incluso en mayor medida de lo que pueda parecer a simple vista. Todo un placer para una lectora fiel que tenía ganas ya de que publicara novela nueva, y que identifica sin problemas todos sus tics y recursos habituales sin valorarle menos como escritor por ello.

miércoles, 21 de mayo de 2008

Ejercicio de ingenio

La irreverencia de Eduardo Mendoza está siempre presente en todo lo que escribe (e incluso en mucho de lo que dice). En algunos casos (Una comedia ligera), ese "gamberrismo" (por así decirlo) es aderezo y a veces casi estructura. En otros (el ejemplo más conocido sería Sin noticias de Gurb), se erige en protagonista. Eso es lo que sucede en su última novela, El asombroso viaje de Pomponio Flato, parodia de la novela pseudo-histórica que tan bien se vende actualmente y un nuevo ejercicio de ingenio bien resuelto.
En El asombroso viaje... vuelve a despuntar el uso del lenguaje, rancio y rebuscado, con un resultado francamente hilarante. De Mendoza me lo he leído todo y nunca me ha decepcionado. Esté más o menos conseguido el libro, siempre está bien escrito y repleto de fina ironía, y sus dardos dan siempre en la diana. De las novelas más recientes me quedaría con La aventura del tocador de señoras y Una comedia ligera, que tienen (cómo no) sus dosis de gamberrismo, pero son "más novelas" que El asombroso viaje... Y de toda su obra, sin duda, con La ciudad de los prodigios.
Se pueden leer los dos primeros capítulos de El asombroso viaje de Pomponio Flato aquí .

lunes, 19 de mayo de 2008

Impenetrabilidad oriental

Mil años de oración es una película melancólica, decididamente minimalista y con un final un tanto abrupto que hace que el espectador salga del cine un poco desconcertado. Dirigida por Wayne Wang ("Smoke"), tuvo un éxito rotundo en el último Festival de San Sebastián, donde se hizo con la Concha de Oro y su protagonista, Henry O., se llevó la Concha de Plata. Probablemente la muy medida interpretación de este actor sea lo mejor de la película. Basada en un relato de la premiada autora china Yiyun Li (se queda una con ganas de leerlo) y con guión de la propia escritora, la película recrea la incomunicación existente entre un padre y una hija a los que les separa mucho más que un choque cultural. Curiosamente será el padre (viudo, de visita en Estados Unidos por primera vez) quien tenga una actitud más abierta y menos anclada en el pasado. Se trata de una historia tierna, pero (¿excesivamente?) lenta, que concluye con una calidez inesperada entre padre e hija. O yo me perdí algo, o saldan sus cuentas con el pasado muy de repente.

jueves, 15 de mayo de 2008

Beleza!

El concierto de Seu Jorge en el Palau de la Música de Barcelona, dentro del Festival de Guitarra, fue de menos a más (lo cual es bastante mejor que lo contrario, evidentemente). Muy conocido como músico y actor en su país (debutó en Cidade de Deus), el hombre tenía al público (buena parte era compatriota) ganado desde antes de abrir la boca. Empezó tocando un par de sus famosas versiones de canciones de David Bowie, que tienen su gracia. Pero lo mejor de Seu Jorge no es su forma de cantar (a pesar de que tiene una voz muy potente, no destaca como cantante) ni de tocar la guitarra (con fuerza, pero poca técnica), ni siquiera sus canciones (a pesar de que alguna está francamente bien). Lo mejor es su autenticidad, su recordatorio constante de dónde viene (de una favela de Río de Janeiro, de vivir durante años en la calle, de ver morir a sus amigos e incluso a su hermano, muy al estilo de la película de Fernando Meirelles) y sus ganas de hacer música. Magníficamente acompañado por más de media docena de músicos de calidad tocando los instrumentos más diversos (y de las formas más increíbles, a uno de ellos lo presentaban como el tipo más rápido del mundo tocando la "pandereta" y puede que fuera verdad), el espectáculo de Seu Jorge fue cogiendo carrerilla hasta acabar en una auténtica fiesta con canciones como "Tive razao" (ver el vídeo), que está bien en el disco (Cru), pero mucho mejor en directo y con los "compinches".

jueves, 8 de mayo de 2008

"Elegy" se queda corta

Tenía ganas de ver la nueva película de Isabel Coixet desde que leí que estaba basada en una novela de Philip Roth. Es un escritor que me parece muy sólido (aunque se repite un poco). Y el trabajo anterior de la directora me había gustado mucho. La vida secreta de las palabras me pareció asombrosa, con la siempre eficaz Sarah Polley y un Tim Robbins como nunca (salí enamorada de él, cada vez que me acuerdo, que tiene su mérito, de su "Aprenderé a nadar"...). Mi vida sin mí (sobre todo) y Cosas que nunca te dije también pertenecen a ese tipo de películas que permanecen en ti unos días después de haberlas visto; que te llegan. Esa es una de las cualidades del cine de Coixet, en mi opinión; su capacidad para conmover en la medida justa.
En ese sentido, creo que Elegy se queda un poco corta. Quizá resulte menos personal por su condición de película de encargo. Para mí, lo que perdura, por encima de la trama, de la historia de amor, es la interpretación de Ben Kingsley (con su maravilloso acento inglés, por fin, gran decisión que no hiciera de norteamericano), que está muy en su papel de alter ego de Roth. Y los secundarios están a la altura, desde luego. Dennis Hopper borda el papel de poeta sinvergüenza. Lo mismo que Patricia Clarkson haciendo de eterna amante. A Peter Sarsgaard no le había visto antes, pero parece otro actor muy solvente (la cara de amargura de su personaje está muy conseguida). Y llegamos a Penélope Cruz. He aquí mi principal pero a esta película; sospecho que me hubiera gustado bastante más con otra actriz. Penélope no es santo de mi devoción (aunque me sorprendió en Volver), así que puede ser prejuicio mío, pero no veo que exista ninguna química con Ben Kingsley. No me convence la relación entre ellos. No sé si no está bien desarrollado su personaje o si es ella la que no lo representa adecuadamente (y ya será lo segundo). La duda que me queda tras leer que se escogió a la actriz antes que a la directora es si la hubiera elegido Coixet de no habérsela encontrado ya en el proyecto.
El caso es que la película está bien construida, como era esperable, con alguna excepción (¿era necesaria esa escena con Hopper trastornado y moribundo?, para el papel que le dan a Deborah Harry, podían habérsela ahorrado). No hay fotograma que no se pueda poner en un marco, y la puesta en escena es muy elegante: con esa música tan maravillosa y la casa de Kepesh, que es justo como nos la hubiéramos imaginado, con los libros y las fotografías en blanco y negro (aunque la lluvia que vemos por las ventanas es un poco de manguera). Pero no, no me llega. Me acuerdo de Kepesh, de nada más (y la vi anteayer, así que...).

martes, 6 de mayo de 2008

Underground: víctimas y verdugos

Durante las vacaciones de Semana Santa leí Underground y ahora tengo a medias After the Quake, que vienen a constituir una especie de sección de "experimentos curiosos" dentro de la obra de Murakami. Se trata de los dos libros que escribió a su vuelta a Japón (tras unos años viviendo en el extranjero para huir del éxito de Norwegian Wood, un auténtico fenómeno de masas en su país). Hizo falta un terremoto en Kobe y un ataque con gas sarín en el metro de Tokio para que Murakami sintiera la necesidad de volver. Y una vez allí, decidió que para entender lo que había pasado necesitaba escribir sobre ello. El resultado, en el caso de Underground, es un libro bastante informativo para quienes tenemos un conocimiento muy superficial sobre la secta Aum y sobre el ataque en sí; pero, su interés radica (como nos avisa ya en la portada), sobre todo, en los numeroso detalles que Murakami revela sobre la sociedad japonesa.
Uno de los aspectos más llamativos de esa sociedad tal y como la refleja Murakami es su falta de libertad e iniciativa, su pasividad (tanto en el caso de las víctimas como de lo seguidores de Aum). De hecho, algunas víctimas reconocen que, desde su experiencia como empleados, pueden comprender que las personas que realizaron el ataque no cuestionaran las órdenes recibidas. Murakami se acerca a las víctimas, a las vidas cotidianas que quedaron destrozadas, para acabar comprendiendo a los seguidores de Aum. Y a pesar de que lo hace como un buen periodista, más que como un novelista; y que resultan más interesantes las partes del libro en las que menos ejerce de "Murakami escritor" y se limita a prestar su voz a otras personas, esa sustancia adictiva con la que impregna sus frases está ahí, dispuesta a capturarnos de nuevo.

lunes, 5 de mayo de 2008

Tremendo y deslumbrante Murakami

A finales de julio sale a la venta por Internet What I Talk About When I Talk About Running. En este libro, el escritor Haruki Murakami narra su experiencia como corredor de maratones y triatleta, relacionando su afición por el deporte con la escritura, como suele hacer en las escasas entrevistas que concede. Quizás entonces habrá llegado el momento en el que tenga que retirar algo que he dicho varias veces: que de Murakami me leería hasta la lista de la compra. Aunque no estoy segura de que no vaya a leerlo, tal es mi adicción. Como aún no hay fecha de publicación para la novela que lleva algo más de un año escribiendo (de la que solo se sabe que va sobre "el horror", lo cual no da muchas pistas), voy racionándome lo que me queda por leer. Y descartar un libro cuesta.
Yo soy más fan de sus novelas que de sus relatos (un tanto decepcionantes por comparación) o ensayos; pero como, lamentablemente, solo me queda una novela por leer (After Dark), pues voy explorando el resto de su obra. Lo que más siento es haberme leído ya Crónica del pájaro que da cuerda al mundo, donde quizá se lleve más al extremo la mezcla de realidad y fantasía que caracteriza la obra de Murakami. Crónica del pájaro... es, para los lectores "rendidos y encantados" (en definición de Rodrigo Fresán) como yo, un libro que te hace dar gracias por tener tan poca memoria. No hay mal que por bien no venga; pronto podré volver a leerlo y disfrutarlo como si fuera la primera vez (o casi).
Fresán formula brillantemente la distinción intuitiva que los lectores de Murakami hacemos entre sus novelas. En una crítica en Babelia, habla de "
los bosques de senderos claramente trazados por la fuerza avasalladora de amores correspondidos o no" (como Norwegian Wood o Al sur de la frontera, al oeste del Sol) y "los bosques impredecibles y salvajes en los que hay que abrirse paso a golpe de machete, sin ayuda de brújula alguna, y en los que puede suceder cualquier cosa" (como La caza del carnero salvaje o Dance Dance Dance). A esta última categoría pertenecería la Crónica..., así como la sorprendente y altamente desconcertante (que en una obra de Murakami ya es rizar el rizo) Hard-boiled Wonderland and the End of the World, que es prácticamente una novela de ciencia-ficción.
Para Fresán, Kafka en la orilla sería "lo mejor de ambos modelos". La definición que hace de esa novela (que es la primera que leí de Murakami, la que me atrapó) puede aplicarse, en mi opinión, a cualquier obra de este escritor japonés (con la posible / hipotética excepción de la de las "correrías"): "un libro extraño -un mundo nuevo- que divierte, emociona, da miedo, hace reír, intriga y, por último pero no en último lugar, desconcierta. No se le puede pedir más a una novela."
Lo dicho.


"Juguemos en el bosque", crítica de Rodrigo Fresán de Sauce ciego, mujer dormida en Babelia.
Página web de Murakami en español (a cargo de Tusquets).