En su nueva novela, The Enchantress of Florence, Salman Rushdie demuestra ser lo que siempre ha sido, lo que quedaba patente en la magistral Midnight's Children (una de las mejores novelas que he leído nunca); un contador de historias a la manera clásica. Esta novela es una especie de "Las mil y una noches"; una sucesión de historias fabulosas que atrapan al lector. Merece especial mención la del pintor Dashwanth, que recuerda a Me llamo Rojo de Orhan Pamuk.
Desde luego, Rushdie tiene todas las virtudes de un gran escritor: una mente privilegiada, un estilo asombroso, una imaginación desbordante y, por si todo eso fuera poco, una vida de lo más "interesante". Sin olvidar su sentido del humor, siempre presente (el mogol del amor le dice a una de sus amantes, celosa, "no he venido hasta aquí para andar de cama en cama"). Con todos estos atributos, Rushdie se traslada a la corte de Akbar el Grande, en la mítica ciudad de Fatehpur Sikri, y sitúa su fábula en una tierra de nadie en la que se mezclan los sueños, la historia, la avaricia de los imperios y una feroz y continua crítica de la religión. No hay duda que es el propio autor el que habla por la boca del emperador que se pregunta por qué debería seguir una religión, ya que no se le pide que lo haga porque esta sea la verdadera, sino porque era la de sus antepasados. Escéptico, Akbar se pregunta si la fe no será quizá poco más que un hábito familiar. Estas son las preguntas que se ha hecho siempre el propio Rushdie y, cómo no, sus respuestas no pueden ser del agrado de todos los públicos. Quizá no había una religión verdadera, piensa Akbar, sino algo que pasa de padres a hijos hasta la eternidad. Igual que se pasa una virtud, podría pasarse un error. ¿Y si la religión fuera un error de nuestros antepasados? Siendo Akbar musulmán, no se puede menos que pensar que este Rushdie anda siempre pidiendo guerra. Akbar / Rushdie asegura que es el hombre quien ha creado a los dioses, y no al revés. Que el centro debe ser el hombre. Otros aspectos de la novela parecen hablar directamente de la experiencia vital de Rushdie, como cuando la Princesa Gulbadan dice que el mundo sigue siendo un misterio y la historia más extraña puede resultar ser cierta. También parece que el autor hable en algunos momentos de la princesa Qara Köz como si fuera él mismo: alguien que se transforma en todo tipo de cosas para todo tipo de personas; un recipiente en el que las personas vierten sus propias preferencias, prejuicios, odios, secretos, desconfianzas, sombras, culpas, dudas y certezas, su respuesta más generosa y también la más mezquina a su paso por el mundo.
En una de las múltiples entrevistas concedidas con motivo de la publicación de esta novela (ver el vídeo más abajo), Rushdie comenta que encontró liberador escribir sobre un mundo sin dividir, en el que no es necesario distinguir entre los sueños y la realidad, y que eso marcó su lenguaje. Yo iría más allá para añadir que justamente ese es su terreno natural, el territorio de Midnight's Children. Rushdie dice que esta es una historia sobre la persuasión del contador de historias; un contador que ya no puede contar una historia tan provinciana como la de Madame Bovary, porque ya no vivimos en un mundo tan limitado y provinciano, no vivimos en una caja, sino en un mundo en el que nos vemos influidos por las vidas de otras personas, por otras culturas. Y de nuevo, esa es la posición que le corresponde; seduciendo a los lectores con narraciones ambiciosas y exquisitas como La encantadora de Florencia.
La encantadora de Florencia está publicada en Mondadori. Se puede leer el primer capítulo (en castellano) aquí.
Desde luego, Rushdie tiene todas las virtudes de un gran escritor: una mente privilegiada, un estilo asombroso, una imaginación desbordante y, por si todo eso fuera poco, una vida de lo más "interesante". Sin olvidar su sentido del humor, siempre presente (el mogol del amor le dice a una de sus amantes, celosa, "no he venido hasta aquí para andar de cama en cama"). Con todos estos atributos, Rushdie se traslada a la corte de Akbar el Grande, en la mítica ciudad de Fatehpur Sikri, y sitúa su fábula en una tierra de nadie en la que se mezclan los sueños, la historia, la avaricia de los imperios y una feroz y continua crítica de la religión. No hay duda que es el propio autor el que habla por la boca del emperador que se pregunta por qué debería seguir una religión, ya que no se le pide que lo haga porque esta sea la verdadera, sino porque era la de sus antepasados. Escéptico, Akbar se pregunta si la fe no será quizá poco más que un hábito familiar. Estas son las preguntas que se ha hecho siempre el propio Rushdie y, cómo no, sus respuestas no pueden ser del agrado de todos los públicos. Quizá no había una religión verdadera, piensa Akbar, sino algo que pasa de padres a hijos hasta la eternidad. Igual que se pasa una virtud, podría pasarse un error. ¿Y si la religión fuera un error de nuestros antepasados? Siendo Akbar musulmán, no se puede menos que pensar que este Rushdie anda siempre pidiendo guerra. Akbar / Rushdie asegura que es el hombre quien ha creado a los dioses, y no al revés. Que el centro debe ser el hombre. Otros aspectos de la novela parecen hablar directamente de la experiencia vital de Rushdie, como cuando la Princesa Gulbadan dice que el mundo sigue siendo un misterio y la historia más extraña puede resultar ser cierta. También parece que el autor hable en algunos momentos de la princesa Qara Köz como si fuera él mismo: alguien que se transforma en todo tipo de cosas para todo tipo de personas; un recipiente en el que las personas vierten sus propias preferencias, prejuicios, odios, secretos, desconfianzas, sombras, culpas, dudas y certezas, su respuesta más generosa y también la más mezquina a su paso por el mundo.
En una de las múltiples entrevistas concedidas con motivo de la publicación de esta novela (ver el vídeo más abajo), Rushdie comenta que encontró liberador escribir sobre un mundo sin dividir, en el que no es necesario distinguir entre los sueños y la realidad, y que eso marcó su lenguaje. Yo iría más allá para añadir que justamente ese es su terreno natural, el territorio de Midnight's Children. Rushdie dice que esta es una historia sobre la persuasión del contador de historias; un contador que ya no puede contar una historia tan provinciana como la de Madame Bovary, porque ya no vivimos en un mundo tan limitado y provinciano, no vivimos en una caja, sino en un mundo en el que nos vemos influidos por las vidas de otras personas, por otras culturas. Y de nuevo, esa es la posición que le corresponde; seduciendo a los lectores con narraciones ambiciosas y exquisitas como La encantadora de Florencia.
La encantadora de Florencia está publicada en Mondadori. Se puede leer el primer capítulo (en castellano) aquí.
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