jueves, 21 de febrero de 2008

"Sweeney Todd": sin sorpresas, pero muy sorprendente

La última película de Tim Burton me seja con una duda: ¿cómo es que este hombre no había hecho esta peli hace años? San Google responde: ya había intentado comprar los derechos diez años atrás. No me extraña; la historia parece perfecta para el tipo que filmó Sleepy Hollow y que encima tiene en casa a Helena Bonham-Carter, tan dada al tema gótico como él, y que aporta una nueva dimensión a la Sra. Lovett. Total, que va Burton y rueda una adaptación del musical como se podía esperar de él: con su estética y su eficacia. Como resultado, desde los mismísimos créditos de la peli uno tiene la sensación de que ya la ha visto, y sabe perfectamente lo que está a punto de encontrarse. Casi.
La historia no es muy sofisticada, desde luego, y el espectador conoce buena parte del argumento por adelantado. La sucesión de muertes por aspersión en la silla del barbero resulta un tanto mecánica (quizás era lo que se pretendía). Los malos son muy malos, los jóvenes muy ingenuos... Pero hay que reconocer que la película no se hace pesada en ningún momento, ni siquiera a los espectadores menos amantes de los musicales. Las canciones son el diálogo, no son superfluas (un gran acierto), los actores no permanecen estáticos mientras cantan y los escenarios tienen un gran atractivo visual. Pero la gran baza de Burton es sin duda alguna su actor principal, un hipnótico y torturado Johnny Depp que interpreta magistralmente al barbero londinense (con su acento y todo) y que seduce desde el primer instante con su voz y su forma de cantar.
Depp se adueña de la película salvándola así de ser algo ya visto y convirtiéndola en toda una sorpresa. Por el camino se deja algunas "víctimas" a las que hace sombra sin piedad. La primera, la propia Bonham-Carter, que se nota que aprovechó las clases de canto que tomó durante meses y que está estupenda en su papel; seguida de los demás actores (magnífico, como siempre, Alan Rickman, quien se marca un dúo memorable, "Pretty Women", con Depp). Al final, sólo Depp permanecerá en la memoria (él y su voz).

P.D.I. La verdad es que me empiezo a plantear si no será que me gustan los musicales (toda la vida pensando que no...). Los de mi generación (producto del "baby boom") somos, por lo general, poco dados a este género. Quizá se deba a una infancia marcada por los niños cantores de la España profunda que se estilaban en aquella época sin diversidad de canales de televisión, o por las pelis de Doris Day (que ahora no estoy muy segura de si cantaba o no, pero a mí me resultaba muy traumática). Pero creo que no, que no me gustan (he visto musicales en Londres y me ha parecido que estaban muy bien hechos, pero tanto cántico sin motivo aparente...). Lo que me gustan son las películas en las que las canciones no sobran, no son un mero acompañamiento, sino parte de la esencia de la historia . Y esta de Burton sería un ejemplo. Pero, sobre todo, me encantó la adaptación que hizo Kenneth Branagh de
Love's Labour's Lost (y me han gustado todas las que ha hecho de Shakespeare), con unos números sensacionales y sorprendentes que no traicionaban en absoluto (sino más bien todo lo contrario) el espíritu original de la obra.

P.D.II. Retiro el vídeo más de un año después de publicado; porque ya no está disponible por problemas de derechos de autor. Qué lástima, la verdad; es algo que no puedo entender.

3 comentarios:

Jaims dijo...

Hola!

Una cosa de la película que a mi me tocó.

Vaya por delante que ya sé que soy rarito :-)

Es la escena justo al final de la película. Nuestro Johnny está (al fin) con la mujer que quiere, muerta entre sus brazos. Él mismo ha sido degollado, la sangre se le escapa a borbotones, son sus últimos segundos de vida...
Nada de todo eso importa. La escasa conciencia vital que permanece está volcada en la mujer a la que quiere, que está muerta, más allá de su alcance, lo único que queda ya son esos segundos para saborear, lós últimos por siempre jamás, cualquier otra cosa ha dejado de importar. Ya no había creído posible encontrar a la mujer, y más allá de su esperanza la ha encontrado, aunque los segundos son breves...
La intensidad de la idea es dramática.

Y -aquí es en donde os poneis a pensar 'vaya chaval rarito'- esta escena me trajo al instante otra escena de otra película. Artificial Intelligence (AI) de Spielberg, los momentos finales de la película.
David, el chaval biónico de la película, ha recorrido los milenios buscando abrazar una vez más a su 'madre'.
La ciencia de la civilización del futuro le permite recuperarla por un día más.
Y cuando el día se acaba, se quedan juntos durmiendo. Ella se dispone a dormir sin saber que ya no despertará.
Él sabe que esos segundos van a ser los últimos, que ya nunca más va a poder abrazarla...
Él mismo está condenado a una existencia no humana, sin progreso ni deterioro, y más importante, sin ella.
Pero durante esos postreros segundos, que más da; hay que aprovecharlos con total intensidad porque se van y no volverán nunca más.

La intensidad de la idea es dramática...

¡Salud!

Novelantes dijo...

No lo había visto desde ese punto de visto, es cierto, es intenso, pero desagradable. ¿A vosotros no os parece que Tim Burton ha ido perdiendo la sensibilidad por el camino? Como Julio Medem. Yo creo que a ambos les ha pasado y que ninguno de los dos sabe ya qué hacer.

MidnightAllDay dijo...

Es que Jaims tiene unos puntos de vista únicos... (bonito anglicismo, J.) ;)
Con la edad es normal acomodarse, y a Burton le puede estar pasando algo de eso.
Respecto a Medem no te sé decir, porque hace algún tiempo que dejé de ver sus pelis...