Con la salvedad del último relato (que aún no he comprendido qué hace ahí y que es de lo más atípico), los relatos de Midnight All Day discurren en el microcosmos particular de Kureishi (la pareja, la escritura, la ciudad), que tiene bastante de autobiográfico y que él domina como nadie.
Con Kureishi me pasa como con Murakami: me es un poco indiferente lo que me cuenten. Lo que más valoro de las novelas y relatos de ambos es la creación de una atmósfera única que atrapa al lector. A los personajes de Murakami les pasan bastantes más cosas (de hecho, les suele pasar de todo) que a los de Kureishi (que tienen esa afición a tener hijos y separarse), y encontraríamos muchas otras diferencias, desde luego (aunque también algunas similitudes, como el papel que juega la soledad en sus historias). Pero, en mi caso, les une mi absoluta disposición a leer cuanto escriban, aunque sea la lista de la compra.
De Kureishi no pueden esperarse ficciones «rebuscadas» (a diferencia de Murakami, en cuyas historias puede ocurrir casi cualquier cosa): sus tramas más imaginativas son las de El buda de los suburbios y las de sus guiones cinematográficos (Mi hermosa lavandería, etc.), que no dejan de estar poblados por personajes muy cercanos a él y a su entorno. En los relatos de esta colección, encontramos de nuevo al autor-narrador que escribe a partir de sus vivencias más íntimas, de sus soledades y tormentos personales. Y que escribe de forma sencilla pero intensa, lúcida y claustrofóbica, directa aunque irónica, precisa, elegante y tremendamente seductora.
Quizá mi preferido sea "Strangers When We Meet", con esas escenas en el parque, fuera de la ciudad, en el pub donde se representa la obra de teatro... tan bien recreadas como el París de "Siempre es medianoche". Y esas verdades hirientes que Kureishi va dejando caer como quien suelta lastre.
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