Con el tráiler de Public Enemies (2009), se corre el riesgo de llevarse la impresión equivocada; porque es justamente lo que debería haber sido la película pero Michael Mann no supo desarrollar. Y eso que lo tenía todo el hombre: actores muy conocidos como protagonistas y secundarios sólidos, supuesta pericia técnica, una historia atractiva y de actualidad, el gusto del público por los atracos de bancos y los coches, sombreros y abrigos del Chicago de los años treinta... hasta la música estaba bien elegida y auguraba acción de la buena. Todo eso lo desperdicia Mann para acabar rodando una película un tanto sosa e intrascendente que desaprovecha el carisma de Johnny Depp; lo cual tiene delito si se quería retratar a una especie de Robin Hood muy popular en su momento (y siendo esa además la mejor baza de Depp como actor).
Los bandazos de un Depp claramente mal dirigido son espectaculares y su poco sólida interpretación del legendario atracador de bancos durante la Depresión norteamericana John Dillinger (es que no le encuentra el punto en ningún momento) incluye hasta fluctuaciones en el acento (se supone que el chiquillo nació en Indiana), pasando por momentos en los que se suelta la melena y deleita al público con su encanto (básicamente cuando está con Marion Cotillard) aprovechando frases del diálogo con las que claramente se siente más a gusto; pero que chirrían un tanto dentro del conjunto. En la primera parte de la película vemos a un hombre que quizá deba resultar frío e implacable y en cambio es inexpresivo (que no es lo mismo). Ahora, que al que no se le mueve un músculo facial a la hora de intepretar al agente del FBI Melvin Purvis es a Christian Bale. Ignoro si pueda ser una secuela de llevar antifaz; pero Bale hace básicamente de armario.
La desgana de Mann como co-guionista le lleva a no incidir en los aspectos más atractivos de su protagonista, como pueda ser la leyenda de que nunca se llevaba dinero ni pertenencias de las personas que estaban en el banco cuando lo atracaba. Tampoco ofrece el contexto necesario para la historia; ya que no se muestra la grave situación económica que atravesaba el país. A pesar de basar el guión en un libro de no ficción bien documentado sobre la época, se toma múltiples licencias históricas. La más disparatada, cuando Dillinger se da un paseíto por la brigada que lleva su nombre y que está consagrada a detenerle. Por lo visto, el hombre llegó a entrar en una comisaría (para ver si sería posible liberar a su novia, Billie); pero que les pregunte por el resultado del partido a los propios policías encargados de arrestarle... ahí se les va la mano. Hasta el malo de la película es una mera caricatura de un malo, malísimo, de verdad: J. Edgar Hoover, primer director del FBI (solo la muerte pudo arrancarle de su sillón) y responsable de la implantación de métodos más bien sucios y del "todo vale".
Y por último, varias curiosidades. Uno: la película podía haber sido peor, porque iba a protagonizarla Leonardo di Caprio. Dos: uno de los coches, un Studebaker, es un préstamo de un museo, porque lo utilizó Dillinger en la vida real. Tres: sales del cine pensando que los bancos se han hecho un huequecito tal en nuestros corazones durante estos últimos años que sería francamente fácil que volviera a surgir un atracador de bancos que gozara de las simpatías de los ciudadanos.
Los bandazos de un Depp claramente mal dirigido son espectaculares y su poco sólida interpretación del legendario atracador de bancos durante la Depresión norteamericana John Dillinger (es que no le encuentra el punto en ningún momento) incluye hasta fluctuaciones en el acento (se supone que el chiquillo nació en Indiana), pasando por momentos en los que se suelta la melena y deleita al público con su encanto (básicamente cuando está con Marion Cotillard) aprovechando frases del diálogo con las que claramente se siente más a gusto; pero que chirrían un tanto dentro del conjunto. En la primera parte de la película vemos a un hombre que quizá deba resultar frío e implacable y en cambio es inexpresivo (que no es lo mismo). Ahora, que al que no se le mueve un músculo facial a la hora de intepretar al agente del FBI Melvin Purvis es a Christian Bale. Ignoro si pueda ser una secuela de llevar antifaz; pero Bale hace básicamente de armario.
La desgana de Mann como co-guionista le lleva a no incidir en los aspectos más atractivos de su protagonista, como pueda ser la leyenda de que nunca se llevaba dinero ni pertenencias de las personas que estaban en el banco cuando lo atracaba. Tampoco ofrece el contexto necesario para la historia; ya que no se muestra la grave situación económica que atravesaba el país. A pesar de basar el guión en un libro de no ficción bien documentado sobre la época, se toma múltiples licencias históricas. La más disparatada, cuando Dillinger se da un paseíto por la brigada que lleva su nombre y que está consagrada a detenerle. Por lo visto, el hombre llegó a entrar en una comisaría (para ver si sería posible liberar a su novia, Billie); pero que les pregunte por el resultado del partido a los propios policías encargados de arrestarle... ahí se les va la mano. Hasta el malo de la película es una mera caricatura de un malo, malísimo, de verdad: J. Edgar Hoover, primer director del FBI (solo la muerte pudo arrancarle de su sillón) y responsable de la implantación de métodos más bien sucios y del "todo vale".
Y por último, varias curiosidades. Uno: la película podía haber sido peor, porque iba a protagonizarla Leonardo di Caprio. Dos: uno de los coches, un Studebaker, es un préstamo de un museo, porque lo utilizó Dillinger en la vida real. Tres: sales del cine pensando que los bancos se han hecho un huequecito tal en nuestros corazones durante estos últimos años que sería francamente fácil que volviera a surgir un atracador de bancos que gozara de las simpatías de los ciudadanos.
1 comentario:
La verdad es que si, la película es un tanto sosa.
No es una buena película, tampoco es que sea mala; la verdad es que si no la puedes destacar ni por una cosa ni por la otra, lo que tienes delante es una película bastante intrascendente.
La culpa pienso que está en el argumento, que no está bien construido, a pesar de que la idea inicial podía dar bastante más de si, más en el contexto económico actual (la peli la empezaron antes del principio oficial de la crisis). Sin embargo el argumento se queda flojo, muy flojo. Da la impresión a ratos de que se quiere rodear a los protagonistas (el atracador, el policia) de un áura de mito (y da la impresión de que debiera resultar fácil con los personajes históricos de partida, y un escenario tan prolífico como la Gran Depresión), pero en esto se falla estrepitósamente. Quizá el director decidión que no quería abusar de este recurso, pero no obstante la historia queda muy hueca.
Y, fundamentalmente, la ausencia de interpretación de ambos personajes es el factor clave. En el caso de Christian Bale, tampoco le conozco mucho (¿solo le he visto en El Maquinista?), así que no puedo juzgar.
Pero en el caso de Johnny depp... Bueno, su interpretación en Sweeney Todd ¡consiguió que a mi me gustara un musical! No solo que me gustara, sinó que un par de cortes (y nunca mejor dicho :p) de la película me gustaran mucho, llegando a revisionarlos varias veces en Youtube.
¡Realmente, esperaba más por ese lado!
Publicar un comentario