
Gran parte del encanto de la película reside en la belleza y candor de una joven actriz (creo que esta es su primera película), Zhang Ziyi. Aunque es sobre todo la fuerza de las imágenes, el estilo visual con el que está rodada, lo que cautiva al espectador. Y, por lo visto, a la crítica, ya que ganó dos premios en la Berlinale 2000 y el premio del público en el festival de Sundance de 2001. Curiosamente, el presente (con la madre anciana y el hijo cumpliendo los deseos de sus padres) discurre en blanco y negro, y los recuerdos, en color (de hecho, a todo color). Y no solo eso, sino que el amor no llega en primavera, sino en un otoño esplendoroso. Las dificultades (la ausencia del amado) llegan, eso sí, en invierno, con toda su dureza.
Un aspecto interesante de la película es la velada referencia a la situación política del momento en el que se enamoran los jóvenes. 1958 fue el año de la purga de "derechistas" (concepto no siempre claro, se podía ser derechista por pedir libertad de expresión o por criticar al gobierno, por ejemplo) instigada por Mao Zedong. Es un tema tabú en China aún hoy en día (por qué será) y la censura no permite alusiones; por ello en la película se pasa de puntillas por los problemas políticos del joven maestro.
Se puede ver el tráiler de la película aquí.
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