viernes, 21 de agosto de 2009

Se muere hasta el apuntador

No en vano es una novela sobre Afganistán y sus múltiples guerras. Aunque sobre todo trata de los ciudadanos atrapados entre los diversos bandos enfrentados (los señores de la guerra, los talibanes, los estadounidenses, los soviéticos en su momento...), que son siempre las víctimas de todo tipo de fanatismos. La trama principal, salpicada con frecuencia por referencias culturales y miradas al pasado de los protagonistas, transcurre entre los sugerentes aromas de una fábrica de perfumes abandonada (con una cabeza de Buda dentro) situada a orillas de un lago, con las montañas de fondo, en el que sería un lugar idílico si no estuviera rodeado de minas y otros peligros. Y es que Aslam no se deja una miseria, una dureza, en el tintero. Nos permite profundizar en nuestra visión de Afganistán (un país que este escritor paquistaní afincado en Inglaterra conoce bien). Y lo que es más importante, lo hace con una buena dosis de poesía. El dolor al leer las historias de estos personajes se hace casi insoportable; pero al acabar la novela se añora la ambientación tan sabiamente creada por el autor.
"Conocí" a Aslam por su segunda novela, Maps for Lost Lovers, todo un éxito de crítica. En esa ocasión se centraba en la comunidad paquistaní en Inglaterra y la complejidad de sus relaciones sociales, con un fuerte componente poético (por lo que recuerdo, incluso más logrado que en esta obra). Su estilo se caracteriza por la profusión de referencias culturales que enriquecen los textos ofreciendo un marco para la comprensión de fenómenos totalmente actuales y no siempre fáciles de abarcar. Las dos novelas que he leído son de un gran preciosismo. En ellas, la historia avanza lentamente, como si no fuera lo más importante de la novela, como si el fin último fuese crear un paisaje de dolor lo suficientemente envolvente para atrapar al lector y hacerlo suyo. Se cuestionan las apariencias; los personajes aparentemente más fuertes muestran su vulnerabilidad, y los que parecen más débiles, su fortaleza. La estructura de ambas novelas se caracteriza también por un goteo de información que hace que las diferentes pérdidas de los protagonistas parezcan aún más crueles, si cabe. Pero el objetivo de Aslam no es hacernos entender cómo se ha llegado a este momento histórico. Sus novelas son más bien una especie de meditación poética sobre la brutalidad de la que somos capaces los humanos. Y, por sorprendente que pueda parecer, sobre el amor.
La segunda novela de Aslam está publicada en español con el título de La casa de los sentidos, que hace referencia a la casa de Marcus, en la que cada habitación está dedicada a un sentido. Marcus ha tapado los frescos de las paredes con barro para que no los destruyan los talibanes. Su mujer, afgana, había clavado su extensa biblioteca en los techos de esas mismas habitaciones, y por el mismo motivo. Retazos de esos textos se entretejen también con la trama. En resumen, la lectura que más me ha convencido este verano (en breve hablaré de algunas otras). Además, la disfruté en medio de la tranquilidad y belleza de la Sierra de Guara (Huesca). Quien las pillara, sumidos como estamos en las fiestas de Gràcia (aunque he de decir que las cosas están cambiando a mejor y se está recuperando el espíritu original de los festejos). Pues eso, que estamos de vuelta.

Alfaguara ha publicado en español Mapas para amantes perdidos y La casa de los sentidos.
Se puede leer el comienzo de Mapas para amantes perdidos aquí.

Para no perderse, los "Cuadernos de Kabul" del periodista de El País Ramón Lobo. Hoy, "Los esclavos de la panadería de Kartace".

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