domingo, 30 de agosto de 2009

Lecturas de verano: El Chino

Sigo con otra lectura de las que me llevé a Bretaña. Junto con el tercero de Larsson (por gentileza de mi proveedora habitual y Novelante jefa), El Chino (2009) de Henning Mankell llenó de muertos suecos (y no suecos) mis apacibles atardeceres (continuamos con la desmitificación de Suecia). He de decir dos cosas al respecto. Una: a la que te has tragado sin rechistar la disparatada segunda entrega de las aventuras de Mikael Blomkvist, estás listo para que te entretenga la tercera casi tanto como la primera. Dos: por suerte no se me han quedado estos asesinatos asociados a Bretaña; bastará con que un lugar tan tranquilo haya quedado unido de forma irreversible a una banda sonora tan poco esperable como Metallica (por obra y gracia, cómo no, del conductor y compañero de viaje J.).
En fin. A Mankell le tenía ganas hacía tiempo y nunca había llegado a leer nada; así que decidí empezar por una novedad, dejando la célebre "serie Wallander" para mejor ocasión. Como anécdota, he de referirme ya mismo al frenesí de cafés y sandwiches de la jueza Roslin. Debe ser el deporte nacional sueco, concluyo; a esta mujer solo podría vencerla el mismísimo Blomkvist. Y, de entrada, un aviso para navegantes: nada de leer la contraportada si hay interés por leer el libro. Qué manera de destripar la historia. Y quien dice la contraportada, dice la página web de los editores, etc. Pasa como con los tráilers; que debemos ser todos muy vagos (o poco largos) y nos tienen que dar las pelis ya vistas y los libros, ya leídos. Un desastre. Entremos en materia, El Chino es, por lo visto, una especie de encargo que se hizo Mankell a sí mismo, alarmado por la creciente colonización china de un continente en el que él pasa parte del año, África. Ya sabíamos que los chinos están haciendo muchos negocios por allí (tanta materia prima suelta, tan poco control, tanta corrupción, a quién no le tienta); pero Mankell está convencido de que además buscan una forma de mitigar su superpoblación rural enviando a millones de campesinos pobres a que cultiven la tierra en el continente africano. Dicho sea de paso, espero que los manden sin pesticidas; que estos chinos les tienen una afición desmedida.
Y los encargos es lo que tienen, que se supedita toda una estructura narrativa a un mensaje determinado, con lo que esta suele resentirse lo suyo. A eso le achaco yo que la trama me resultara un tanto deslavazada. En mi opinión, las historias no fluyen bien al conectarse entre sí. Quizá Mankell haya sido demasiado ambicioso; no contento con "meter" dos pesos pesados como el continente africano y el coloso chino en la misma novela, hizo aparecer también a Suecia (y a sus lobos) y tanto trasfondo político y social acaba por ahogar un poco a la historia en sí. Y, de nuevo, como me está pasando últimamente con más libros de esta misma editorial (a quienes tenía en más alta consideración), me entran dudas de si hay problemas de traducción. Si no los hay, el estilo de este hombre deja un tanto que desear. Por no hablar de los fallos tipo no pagar el taxi (si Ma Li tenía las cenizas de su amiga y el encargo de dispersarlas, ¿por qué lo acaba haciendo Ya Ru?) y cosas sencillamente incomprensibles (¿por qué se carga Ya Ru al guardaespaldas?, luego resulta que no tiene nadie más a quien recurrir y tiene que ir él en persona, con lo que tendrá que hacer ese hombre, a matar a la jueza, cosa ilógica). Pues eso, que la novela tiene su interés, pero no me ha convencido. Tendré que leer una de las protagonizadas por el comisario Kurt Wallander, a ver.

Se puede leer el comienzo de la novela aquí.

3 comentarios:

caro dijo...

Pues nada, te dejo las dos que tengo yo, que son de Wallander, pero ya. A los compañeros de trabajo por los que me cogió el gusanillo Mankell no les gustó demasiado El Chino, creo recordar.
Y ahora me pongo con las fotos, que he visto que las has colgado, y así que Metálica por allí, vaya, vaya, nosotros hicimos lo propio en Islandia con un grupo que conocimos allá que tela, a Jaime le encantará, y creo que a ti también, son muy divertidos! Dr. Spock se llaman, tocan death metal, según Alexis, scream metal según un islandés con el que hablamos en el concierto. Verlos en directo fue lo más.

MidnightAllDay dijo...

Hombre, lo vuestro de verdad que es lo más, ¡fuisteis de concierto y todo! (no sé yo si los voy a encontrar tan divertidos, pero, bueno). Ya nos contareis del viaje.
Genial lo de Wallander; si quieres te llevo el chino este, a ver qué opinas (ya sabes que yo soy muy asquerosita y le pongo pegas a todo).

Jaims dijo...

Chinos o no chinos, lo cierto es que si hubo un ambiente metalero en el coche a ratos.

¡Metallica de la de antes, vaya!

Del libro, no puedo opinar porque no lo he leído.
Tampoco creo que me fuera a entusiasmar, visto lo visto...