Las hermanas Munekata (1950) son otro interesante ejemplo del cine de postguerra japonés; con la clásica dualidad tradición-modernidad con papel protagonista (una de las hermanas va vestida a la norteamericana, la otra, con kimono) y una gran relevancia de los personajes femeninos. Reconocí rápidamente a la famosa actriz Hideko Takamine (aquí hace de hermana menor), sobre todo por la voz. Por lo visto, empezó su larga carrera (de medio siglo) como una especie de niña prodigio a lo Shirley Temple, pero en japonés, claro. Después de esta película rodó 24 ojos. Pero el resto del reparto es igualmente famoso (solo que hay que haber visto más "pelis" para darse cuenta).
La obra de Yasujiro Ozu (el director de Cuento de Tokio, que la tengo pendiente) se enmarca en su género favorito, el "gendai-geki" (historias de familias) y podría verse como una película norteamericana de la misma época; con Hideko Takamine haciendo sus pucheros, muecas y monerías a lo Katharine Hepburn, y los personajes masculinos de meros comparsas. Pero estos japoneses no sienten la necesidad de caer en la tentación del final feliz (es más, como que les da grima y todo); así que la hermana mayor no acaba casándose con su amor de juventud y deja que el hombre siga esperando (con un estoicismo admirable, supongo que muy nipón, porque era para cantarle las cuarenta a la señora en cuestión).
Y eso, que el año que viene voy a tener que cogerme las vacaciones coincidiendo con el festival de cine asiático de Barcelona.
La obra de Yasujiro Ozu (el director de Cuento de Tokio, que la tengo pendiente) se enmarca en su género favorito, el "gendai-geki" (historias de familias) y podría verse como una película norteamericana de la misma época; con Hideko Takamine haciendo sus pucheros, muecas y monerías a lo Katharine Hepburn, y los personajes masculinos de meros comparsas. Pero estos japoneses no sienten la necesidad de caer en la tentación del final feliz (es más, como que les da grima y todo); así que la hermana mayor no acaba casándose con su amor de juventud y deja que el hombre siga esperando (con un estoicismo admirable, supongo que muy nipón, porque era para cantarle las cuarenta a la señora en cuestión).
Y eso, que el año que viene voy a tener que cogerme las vacaciones coincidiendo con el festival de cine asiático de Barcelona.