
La obra de Yasujiro Ozu (el director de Cuento de Tokio, que la tengo pendiente) se enmarca en su género favorito, el "gendai-geki" (historias de familias) y podría verse como una película norteamericana de la misma época; con Hideko Takamine haciendo sus pucheros, muecas y monerías a lo Katharine Hepburn, y los personajes masculinos de meros comparsas. Pero estos japoneses no sienten la necesidad de caer en la tentación del final feliz (es más, como que les da grima y todo); así que la hermana mayor no acaba casándose con su amor de juventud y deja que el hombre siga esperando (con un estoicismo admirable, supongo que muy nipón, porque era para cantarle las cuarenta a la señora en cuestión).
Y eso, que el año que viene voy a tener que cogerme las vacaciones coincidiendo con el festival de cine asiático de Barcelona.