La crítica se ha empeñado en ver la nueva novela de Toni Morrison, A Mercy (2008, la primera que publica en cinco años), como una especie de predecesora de Beloved, una de sus mejores obras (The New York Times la nombró el año pasado la mejor novela estadounidense del último cuarto de siglo). Para mí, son muy diferentes; en tono, en estilo, en estructura, aunque tienen como punto en común el tema de la esclavitud y el sacrificio de una madre que busca una vida mejor para su hija. Pero este aspecto argumental, clave en Beloved, no lo es tanto en esta novela. A diferencia de Beloved, A Mercy se caracteriza por un tono épico e intenso, por personajes que no se desarrollan por completo y que, por lo tanto, no nos cautivan como otros más elaborados creados por Morrison (estoy pensando sobre todo en los que aparecen en mi favorita, Song of Solomon, que me parece redonda de principio a fin).
La obra de Morrison no se entiende sin la raza, que es sobre lo que siempre ha escrito (magníficamente, por cierto), y en esta su novena novela (considerada por The New York Times Book Review como uno de los 10 mejores libros del año pasado) se remonta a los orígenes de la esclavitud, cuando no era exclusiva de la raza negra. Y ese es sin duda el aspecto más interesante de la novela, en cuanto nos hace pensar por qué los negros acabaron siendo los únicos esclavos en los Estados Unidos, cuando en un primer momento también había nativos americanos e incluso blancos que se vendían como mercancía al mejor postor o que debían renunciar a su libertad (aunque fuera temporalmente) para pagar una deuda. Pero para eso no hay respuesta en esta novela que apareció en los EE.UU. una semana antes de que la historia cambiase y un hombre negro resultara elegido presidente del país. De alguna forma, esta era la novela que debía escribir, que se esperaba, de la figura social en que se ha convertido Morrison, portavoz de los afroamericanos, conciencia del país. No en vano fue la primera mujer negra en ganar el Premio Nobel de Literatura. Pero se echa de menos a la escritora de los comienzos. Esta novela, tan llena de simbolismos, no exprime su extraordinaria capacidad narrativa, su habilidad para la creacción de personajes. No se sabe si pesa más la ideología o el paso del tiempo (la obra de muchos escritores se vuelve un tanto repetitiva y pierde garra según cumplen años, con honrosas excepciones). Pero el caso es que esta novela, tan esperada, no deja de ser una pequeña desilusión para quienes seguimos venerando a la escritora que fue.
Es cierto, como explica la propia autora en la interesante entrevista (en inglés) que puede verse más abajo, que todas las civilizaciones surgieron ayudándose de la esclavitud y que el gran drama de Estados Unidos es que esa esclavitud acabó asociándose a la raza, dejando a los negros con una pesada carga que les ha costado 400 años sacudirse de encima. Da mucho que pensar que sea en ese momento histórico cuando se establece la supremacía blanca que sigue imperando (si no legalmente, al menos socialmente) en ese país. Cuando se establece una diferencia fundamental que sirve para que los pobres no se únan contra los poderosos, cuando nace el racismo porque es útil a los terratenientes. Todo este trasfondo es muy potente. Y, sin duda, la voz literaria de Morrison es muy poderosa; pero de alguna forma falta pasión (que abundaba en Beloved). La novela es un "viaje", como describe Morrison su estructura; pero puede que para ese viaje no hicieran falta tantas alforjas. No puedo evitar pensar que un artículo hubiera logrado el mismo fin y que una novela debería ser otra cosa.
La obra de Morrison no se entiende sin la raza, que es sobre lo que siempre ha escrito (magníficamente, por cierto), y en esta su novena novela (considerada por The New York Times Book Review como uno de los 10 mejores libros del año pasado) se remonta a los orígenes de la esclavitud, cuando no era exclusiva de la raza negra. Y ese es sin duda el aspecto más interesante de la novela, en cuanto nos hace pensar por qué los negros acabaron siendo los únicos esclavos en los Estados Unidos, cuando en un primer momento también había nativos americanos e incluso blancos que se vendían como mercancía al mejor postor o que debían renunciar a su libertad (aunque fuera temporalmente) para pagar una deuda. Pero para eso no hay respuesta en esta novela que apareció en los EE.UU. una semana antes de que la historia cambiase y un hombre negro resultara elegido presidente del país. De alguna forma, esta era la novela que debía escribir, que se esperaba, de la figura social en que se ha convertido Morrison, portavoz de los afroamericanos, conciencia del país. No en vano fue la primera mujer negra en ganar el Premio Nobel de Literatura. Pero se echa de menos a la escritora de los comienzos. Esta novela, tan llena de simbolismos, no exprime su extraordinaria capacidad narrativa, su habilidad para la creacción de personajes. No se sabe si pesa más la ideología o el paso del tiempo (la obra de muchos escritores se vuelve un tanto repetitiva y pierde garra según cumplen años, con honrosas excepciones). Pero el caso es que esta novela, tan esperada, no deja de ser una pequeña desilusión para quienes seguimos venerando a la escritora que fue.
Es cierto, como explica la propia autora en la interesante entrevista (en inglés) que puede verse más abajo, que todas las civilizaciones surgieron ayudándose de la esclavitud y que el gran drama de Estados Unidos es que esa esclavitud acabó asociándose a la raza, dejando a los negros con una pesada carga que les ha costado 400 años sacudirse de encima. Da mucho que pensar que sea en ese momento histórico cuando se establece la supremacía blanca que sigue imperando (si no legalmente, al menos socialmente) en ese país. Cuando se establece una diferencia fundamental que sirve para que los pobres no se únan contra los poderosos, cuando nace el racismo porque es útil a los terratenientes. Todo este trasfondo es muy potente. Y, sin duda, la voz literaria de Morrison es muy poderosa; pero de alguna forma falta pasión (que abundaba en Beloved). La novela es un "viaje", como describe Morrison su estructura; pero puede que para ese viaje no hicieran falta tantas alforjas. No puedo evitar pensar que un artículo hubiera logrado el mismo fin y que una novela debería ser otra cosa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario