El próximo martes día 9 de marzo los Novelantes se reúnen para comentar la lectura del primer volumen de la autobiografía de Elias Canetti, publicado en 1977, que lleva por título La lengua salvada (Die gerettete Zunge. Geschichte einer Jugend). Como apunte, diré que a pesar de que este título se ha traducido a veces con "absuelta" en lugar de "salvada", en mi humilde opinión de traductora, yo también hubiera apostado por "salvada". También he de decir que es la primera vez que leo algo de Canetti y que las primeras decenas de páginas de este primer tomo me desanimaron un poco a seguir. Soy poco amiga de la verbosidad (miento, adoro a Rushdie) y al principio tomé por pedantería y arrogancia algo que más tarde (voy por el segundo tomo, La antorcha al oído) he comprendido que es el producto de una sólida formación intelectual de otra época, de una forma de entender el mundo vinculada íntimamente a una época y una clase social. En ese sentido, Canetti es un clásico y como tal debe leerse.
Pero sus descripciones de sus años de juventud son tan minuciosas (incluso de los incidentes adolescentes más insulsos) que debo dosificarme la lectura y combinarla con una novela para seguir con ella. La verdad es que sigo leyendo por pura curiosidad. El hombre tiene una vida de esas tan novelescas que cuesta imaginarse que pudiera darse en la vida real. Descendiente de judíos sefardíes que en su éxodo desde España pierden su Cañete original (que se transforma en Canetti, mucho más europeo), el futuro escritor vive su infancia en varias lenguas y tiene la osadía de elegir como lengua literaria el alemán, un idioma que no es su primera lengua (ni la segunda, ni la tercera), que su madre (siempre su madre) le fuerza a aprender a toda pastilla y sin miramientos, y que él había asociado siempre a la intimidad de sus padres.
A pesar de la meticulosa labor de los traductores (en algunos casos se contó con la ayuda del autor), alguna frase chirría (traducir del alemán es muy complicado por las muy diferentes estructuras que presentan las frases en un idioma y en otro). Eso no impide disfrutar de los capítulos en su conjunto (aunque más de unos que de otros) y sobre todo de algunas perlas como cuando el autor nos dice "Todo lo que he vivido más tarde ya había sucedido una vez en Rustschuck"; el onírico escenario de su niñez. También me impresionó que cuando descubre a su pintor favorito, Brueghel, escribiera "lo encontré en mí mismo". O que, respecto a una conversación con su madre en un cementerio, crea que "de las frases que me decía en esos momentos he ido surgiendo yo".
Los Novelantes han elegido bien; puede que este libro sea la mejor puerta de acceso a la obra de Canetti. Sin duda fue el que le dio más popularidad; su primer éxito real de público (seguramente es más accesible que su obra anterior) y el que influyó decisivamente para la concesión del premio Nobel en 1981 (sus "contrincantes" eran Borges y García Márquez). Es curioso, porque esta se considera una de las grandes autobiografías del siglo XX y los autores no suelen recordarse por su obra de "vejez".
Pero sus descripciones de sus años de juventud son tan minuciosas (incluso de los incidentes adolescentes más insulsos) que debo dosificarme la lectura y combinarla con una novela para seguir con ella. La verdad es que sigo leyendo por pura curiosidad. El hombre tiene una vida de esas tan novelescas que cuesta imaginarse que pudiera darse en la vida real. Descendiente de judíos sefardíes que en su éxodo desde España pierden su Cañete original (que se transforma en Canetti, mucho más europeo), el futuro escritor vive su infancia en varias lenguas y tiene la osadía de elegir como lengua literaria el alemán, un idioma que no es su primera lengua (ni la segunda, ni la tercera), que su madre (siempre su madre) le fuerza a aprender a toda pastilla y sin miramientos, y que él había asociado siempre a la intimidad de sus padres.
A pesar de la meticulosa labor de los traductores (en algunos casos se contó con la ayuda del autor), alguna frase chirría (traducir del alemán es muy complicado por las muy diferentes estructuras que presentan las frases en un idioma y en otro). Eso no impide disfrutar de los capítulos en su conjunto (aunque más de unos que de otros) y sobre todo de algunas perlas como cuando el autor nos dice "Todo lo que he vivido más tarde ya había sucedido una vez en Rustschuck"; el onírico escenario de su niñez. También me impresionó que cuando descubre a su pintor favorito, Brueghel, escribiera "lo encontré en mí mismo". O que, respecto a una conversación con su madre en un cementerio, crea que "de las frases que me decía en esos momentos he ido surgiendo yo".
Los Novelantes han elegido bien; puede que este libro sea la mejor puerta de acceso a la obra de Canetti. Sin duda fue el que le dio más popularidad; su primer éxito real de público (seguramente es más accesible que su obra anterior) y el que influyó decisivamente para la concesión del premio Nobel en 1981 (sus "contrincantes" eran Borges y García Márquez). Es curioso, porque esta se considera una de las grandes autobiografías del siglo XX y los autores no suelen recordarse por su obra de "vejez".
4 comentarios:
Rushdi sobre Canetti:
Ya he olvidado cómo llegó a mis manos Auto de fe, pero si alguien recuerda haber sido quien me lo hizo conocer, me gustaría agradecerle que me haya rescatado de aquellos páramos árticos experimentales ( Alain Robbe-Grillet, Nathalie Sarraute y Marguerite Duras). Cuando lo leí, colmado por la ambición y la arrogancia de mis diecinueve años, comprendí no sólo que el viejo género aún tenía vida, sino también que había aprendido algo acerca de cómo deseaba escribir. Resolví que me bastaría combinar -como Canetti- una vasta erudición y las portentosas complejidades de la estructura, por una lado, con una suerte de brillante y dura mirada humorística, por otro, y que, desde luego, mis libros seguirían siendo maravillosamente accesibles, como Auto de fe.
Custodio de la metamorfosis Muchnik Editores.
Muchas gracias, jazzy, por compartir esto conmigo. No tenía idea de que Rushdie fuera admirador de Canetti y este texto me ha parecido toda una revelación.
Qué interesante, decir que el poeta es el "custodio de la metamorfosis", por cierto.
Y, nada, ya voy por el tercer tomo; aunque el que más me gustó fue el primero.
Sentí no poder ir a la tertu el otro día; mi trabajo tiene estas cosas...
Si que tiene una historia interesante el Cañete :-)
Tiene sabor como a historias de una Europa en un pasado no muy lejano pero que ya no volverá, momento en que la cultura tenía gran importancia y consideración.
Igual que la Europa actual :-)
Uy, y no sabes ni la mitad. El hombre vive por toda Europa, conoce a las figuras literarias del momento... Y qué dedicación a la cultura. La Vieja Europa, desde luego.
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