martes, 1 de abril de 2008

Sopa de miso en serie

Como le conocí después de leer varias novelas de Haruki Murakami, para mí Ryu Murakami va a ser siempre "el otro Murakami". De hecho, he visto alguna crítica en inglés en la que también le llaman así al pobre.
Está feo, lo reconozco, pero es que del primero me he leído mucho de lo que tiene publicado (que pronto será todo, a pesar de que me lo dosifico por si tarda en volver a publicar una novela) y en cambio de Ryu, de momento, solo una novela (no me ha creado adicción). Además, me enteré de su existencia porque su apellido me "llamó" desde la portada de In the Miso Soup / Sopa de miso, novela que obtuvo el prestigioso premio literario Yomiuri en 1998, concedido por un jurado presidido nada menos que por el Premio Nobel de Literatura Kenzaburo Oé. Aparte del apellido, los dos Murakami comparten más de lo que parece; sobre todo su gran popularidad en Gran Bretaña y Estados Unidos (de hecho, en Japón se les critica a veces por considerarles escritores occidentalizados). Pero también temáticas como la soledad o el vacío moral de la sociedad contemporánea.
Ryu Murakami aborda en esta novela la relación amor/odio entre Japón y Estados Unidos (él mismo se manifestó en su juventud contra la presencia militar americana en su país, que conocía bien por vivir al lado de una base). Hay que comprender que para una sociedad como la japonesa, con su alto concepto de lo nipón y su sofisticación, tuvo que ser muy traumático (tanto que aún no se ha superado) verse dominada por unos extranjeros bastante burdos y de costumbres que nada tenían que ver con las suyas. Otro tema que llama bastante la atención, por lo desconocido que pueda resultar, es el de la prostitución como salida para una juventud desorientada en un mundo desquiciado. Por lo visto, cuando se publicó la novela en Japón, en 1997, las "citas pagadas" en las que participaban alumnos de enseñanza secundaria eran extremadamente comunes.
En cuanto a la violencia que ha hecho famoso al "otro Murakami", leí la novela antes de pasar las navidades en Tokio y he de decir que luego me daba un cierto reparo pasear por Kabuki-cho, el barrio de saunas y garitos sexuales en el que transcurre (también en navidad). Y eso que, una vez allí, parecía de lo más inocente (sobre todo de día). De hecho, al leer la escena de mayor acumulación de asesinatos, sentí auténtico pavor a pesar de estar en una habitación bien iluminada de mi propia casa y en compañía. Es una escena tremendamente realista, cinematográfica.
Sopa de miso es, en resumen, una cocción bien medida de sexo, soledad, brutalidad, locura, capitalismo salvaje... Se podría decir que un fenómeno de nuestra época, vaya. Y la japonesa es una sociedad avanzada para lo bueno y para lo malo; por lo que resulta un espejo, a veces aterrador, en el que mirarse para saber cómo seremos en unos años.

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