miércoles, 9 de abril de 2008

"Amrita": Japón y la muerte

Banana Yoshimoto es otra escritora japonesa que goza de gran éxito en Estados Unidos y, curiosamente, en Italia y en España. Fue la primera escritora japonesa a la que leí (me pareció más accesible que otros autores consagrados), cuando la publicación de su primera novela (Kitchen, a finales de los ochenta) le otorgó una fama casi instantánea sin haber cumplido los treinta. Luego leí también N.P. y Asleep (traducida en España como Sueño profundo), y no había leído nada más de lo mucho que ha publicado (de eso me di cuenta en las librerías de Tokio hace unos meses) hasta que hace unas semanas Amrita me "llamó" desde un estante de la biblioteca. En esa década larga sin leer nada suyo, Yoshimoto se ha convertido en una prolífica, premiada y exitosa escritora en su país y en el extranjero.
En Amrita, Yoshimoto vuelve a temas ya explorados, tan queridos por la literatura japonesa: el amor y la pérdida, la muerte y los muertos... Me he encontrado con una autora más madura, sofisticada y seductora, que logra atrapar al lector occidental con la extraña belleza de su historia a pesar de los fenómenos paranormales que inundan sus páginas. He leído en su página web que la muerte es el tema que más le atrae literariamente y que otro tema recurrente en su obra son los "misterios de este mundo" (y del otro, le faltó añadir). Ambos aspectos quedan reflejados en Amrita (que en sánscrito significa "sin muerte", y es el nombre que le da el escritor a la Sakumi de ficción por haber sobrevivido). Me resultó interesante leer también que uno de sus escritores favoritos es Truman Capote. De hecho, uno de los protagonistas de Amrita, Ryuichiro, lleva siempre Música para camaleones cuando viaja.
Pero, volviendo a la muerte, lo de estos japoneses es obsesión (casi tan grande como la que tienen con la comida, que se pasan las novelas comiendo). Será cultural y la Segunda Guerra Mundial no ayudaría mucho, supongo; pero entre los "haikus" y los poemas de monjes zen que parecen que no saben escribir un verso sin incluir esa palabra en concreto; los escritores que matan siempre a algún personaje (y, a veces, a sí mismos) y las peculiaridades sociales de un país en el que existen "clubes de suicidio" y, lo que es peor, pena de muerte, pues, eso, que casi se alegra una de que algunos muertos (como los de Amrita) se paseen por la playa. Me parece un detalle, vamos.

Actualmente son muy pocos los países que llevan a cabo ejecuciones. Los datos recogidos por Amnistía Internacional indican que, en sintonía con la suspensión de las Naciones Unidas, en 2007 hubo ejecuciones en menos países que en 2006. Japón destaca claramente entre los grandes países industrializados por ser el único con un sistema de pena de muerte plenamente operativo (en Estados Unidos, la Corte Suprema ha bloqueado todas las ejecuciones planeadas en el país hasta que resuelva si las ejecuciones pueden llevarse a cabo mediante inyección letal).

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