lunes, 7 de abril de 2008

Cuando el Booker se pasa de sorprendente

Es probable que la cuarta novela de Anne Enright pase a la historia como la obra que arrebató (contra todo pronóstico) el Man Booker Prize (prestigioso premio británico) de 2007 a Ian McEwan (por On Chesil Beach). Si excluimos a algunos críticos entusiastas (e irlandeses como ella), The Gathering (su traducción vendría a ser "El encuentro" o "La reunión") no ha tenido una gran acogida; por no hablar de unas ventas iniciales muy escasas que no han sido excepcionales a posteriori, a pesar de lo que ayuda el Booker y de las ofertas de descuentos del 50% en la cadena británica de librerías Waterstones (de hecho, semejante descuento, cuando no ha pasado aún medio año del premio, resulta un tanto sospechoso).
Enright es la tercera novelista irlandesa que se hace con el Booker, tras Roddy Doyle (en 1993, por Paddy Clarke Ha Ha Ha) y el aclamado John Banville (en 2005, con The Sea, novela potente y evocadora, aunque yo no le acabé de pillar mucho el punto). Puede que ahora se vuelva más popular en su país, donde suelen preferir ficciones más rurales y menos incómodas. Aunque quizás el jurado del Booker (un premio tan inglés que ha ido a parar a estupendos escritores nigerianos e indios en ediciones anteriores) haya querido premiar justamente ese deseo de no ser arquetípicamente irlandesa que muestra Enright (a pesar de lo aficionada a la bebida que es la familia protagonista de The Gathering y de lo que disfrutan con las celebraciones); aunque lo haga a base de provocar como esos niños que sueltan retahilas de palabrotas (llamando "vudú" a la ceremonia de ordenación sacerdotal de su hermano, insertando frases de alto contenido sexual que chirrían un tanto en párrafos muy bien escritos...). Quizás, en fin, los del Booker quisieran sorprender (que es algo que les gusta) y se les fuera la mano.
El argumento de "The Gathering" no parece muy original de entrada: clan familiar distanciado y mal avenido que se reúne (pasado más de medio libro) con motivo de una muerte que remueve oscuros secretos. Luego Enright intenta dotar a la historia de cierta originalidad y se dedica a recrear (bastante inexplicablemente) el momento en el que su abuela conoce al hombre con el que no se casará (páginas y páginas un tanto estáticas), el cortejo de sus abuelos, la relación de su abuela con el casero; mezclando estas incursiones en el pasado familiar con el resentimiento de la protagonista por la excesiva fecundidad de sus padres y su propia crisis personal (claramente cusada por un exceso de dinero y tiempo libre). Nada de ello resulta especialmente interesante, quedando como único mérito de Enright una escritura limpia, con algunas frases afiladas y muy conseguidas (que no es poco, pero que no justifica la lectura de la novela, y, mucho menos, un premio como el Booker). En concreto, me gustó la descripción que hace la protagonista de su vida, de como ha estado viviendo "entre comillas" (yendo a "casa", manteniendo "relaciones sexuales" con su "marido"...); la forma como dice "Ah, soy feliz. Está bien saberlo".
Pero ni siquiera la ironía le hará un sitio a esta novela en mis estantes. Desde hace unos meses, solo conservo los libros que me hayan dado algún motivo para ello (intento ahorrarme el tener que buscar espacio para los demás y quitarles el polvo). Y no he encontrado una buena razón para conservar este. Al menos, lo compré a mitad de precio, que es algo que a mí me consuela en estos casos.

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