
Las miserias maritales de por sí no resultan muy atractivas, a menos que haya un motivo para mostrarlas. Y la encorsetada y machista sociedad estadounidense de los años 50 puede ser un escenario válido si se dibuja con tino, pero no parece ser el caso. No he leído la novela de Richard Yates del mismo nombre en la que se basa la película; pero puede que ahí quedasen más claros temas como el posible desequilibrio mental de April Wheeler o lo seductor que pudiera resultar Frank Wheeler de soltero. Quizás en la novela los hijos del matrimonio están desaparecidos también, y quizá cuela. En la película chirría un tanto. Puede que haya pasado como en tantas otras adaptaciones; que la novela no cabía en la película. Desde luego, la historia de la película no me interesa, no me transmite nada y ni siquiera me atrapó la interpretación de Winslet, una actriz muy correcta a la que he visto mejor en, por ejemplo, Little Children, de Todd Field (que era, por cierto, una historia más creíble, mejor contada).
No sé si seré la única en verlo así, pero la química inicial que se supone a la pareja de protagonistas para mí es totalmente inexistente. Es más, Kate Winslet me parece una mujer hecha y derecha incapaz de enamorarse de alguien que parece su hijo. Pero supongo que lo poco que me gusta DiCaprio (me sorprendió muchísimo su interpretación en The Departed, de Scorsese) me influye un tanto. De hecho, no pude evitar pensar, al salir del cine, que alguien que se casa con un tipo con la cara de cretino de Frank Wheeler /DiCaprio se tiene bien merecido lo que le ocurra.
4 comentarios:
ala! qué bruta, pobre Leo, no es santo de mi devoción, pero no lo hace tan mal, angelico
Pues yo estoy totalmente de acuerdo. Leo es un criajo, la única vez que lo haya visto que me gustó fue la misma peli que tú, y el dramón de la peli es bastante sosaina, la verdad.
Ahí queda eso!
Una de cal y otra de arena ¿eh?
Gracias por vuestros comentarios, chicos.
Pues yo, anticipando todo esto, ni quise ir a verla.
Ahí queda eso.
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