Con la publicación de la tercera novela de Hari Kunzru se confirma la extraordinaria capacidad de este hombre para meterse en la piel (y en la época) de los más diversos personajes, todos ellos antihéroes. Si en The Impressionist (2003) el personaje central era un joven medio indio medio inglés en la India de los años 20, en Transmission (2004) nos presentaba a un joven programador indio (un "geek") en los EE.UU. y su obsesión por Bollywood. Ahora, en My Revolutions, el protagonista es un desencantado radical inglés de los sesenta. El retrato de la década es de lo más convincente y sorprendente, viniendo de un escritor que nació en 1969 y que, por lo tanto, no fue testigo de la misma. Pero Kunzru suele hacer sus deberes con el mayor de los esmeros.
Londinense, de madre inglesa y padre cachemir, esta es la primera novela en la que se aleja de lo que podríamos llamar "temática india" (no aparece ni un solo personaje de origen asiático). Las críticas han sido de nuevo de lo más elogiosas (las dos anteriores han recibido los premios más prestigiosos) y, en mi opinión, merecidas. Sin embargo, creo que me quedo con la exhuberancia de su debut literario, un auténtico festín. La verdad es que cada una de sus novelas ha resultado ser una experiencia totalmente diferente, lo cual tiene su mérito. La lectura de la segunda fue tremendamente divertida y refrescante; Kunzru demostró ser capaz de dominar diversos registros sin problema alguno. Y ahora ha querido dar una nueva muestra de ello, con una novela muy cinematográfica.
Londinense, de madre inglesa y padre cachemir, esta es la primera novela en la que se aleja de lo que podríamos llamar "temática india" (no aparece ni un solo personaje de origen asiático). Las críticas han sido de nuevo de lo más elogiosas (las dos anteriores han recibido los premios más prestigiosos) y, en mi opinión, merecidas. Sin embargo, creo que me quedo con la exhuberancia de su debut literario, un auténtico festín. La verdad es que cada una de sus novelas ha resultado ser una experiencia totalmente diferente, lo cual tiene su mérito. La lectura de la segunda fue tremendamente divertida y refrescante; Kunzru demostró ser capaz de dominar diversos registros sin problema alguno. Y ahora ha querido dar una nueva muestra de ello, con una novela muy cinematográfica.
Hari Kunzru es un escritor especialmente hábil en cuanto a la creación de ambientes, la fluidez de la estructura narrativa y el manejo del idioma. Y parece sentir tal respeto por sus personajes que no deja que las ficciones que crea los maltraten en exceso; no les roba nunca su dignidad (en otras manos, Carver hubiera podido resultar un tanto patético). De hecho, My Revolutions parece reivindicar a una generación que no cambió el mundo, pero al menos lo intentó. A gente que no podía aceptar las normas del sistema contra las que nadie se rebela hoy. Y, en ese sentido, resulta una lectura un tanto "dolorosa"; ya que nos hace pensar que nada ha cambiado, que de nada sirvió el activismo (de menos servirá el "pasivismo" actual), y que cuarenta años más tarde el mundo está bastante peor. Es más, tengo la teoría de que la brevedad de la novela se debe a que el propio autor se deprimía escribiéndola.
En 2003, el de Kunzru fue uno de los nombres que aparecían en la la lista de la revista "Granta" como uno de los veinte "Mejores jóvenes novelistas británicos". En 2005, la revista "Lire" le nombraba uno de los "50 escritores del futuro". De momento, yo diría que no ha decepcionado a nadie y se mantiene a la altura de unas expectativas que resultarían de lo más desasosegantes para cualquier escritor.Las novelas de Hari Kunzru (El transformista, Leila.exe y Mis revoluciones) están publicadas en español por Alfaguara.
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