viernes, 17 de julio de 2009

Cerrado por vacaciones

Nos vamos a la Bretaña francesa en plan relax total, que buena falta nos hace. Os contaremos a la vuelta (con fotos).
Se me quedan muchos apuntes "en el tintero";
últimamente no ha habido tiempo para demasiadas entradas.
A partir de la segunda quincena de agosto, más.

P.D. Se me olvidó comentar ayer que, a diferencia de Still Walking, si vas a ver Okuribito no sales con ganas de comida japonesa, precisamente (comen huevas de pez globo y una especie de callos enormes ensartados y con aspecto correoso, por poner un par de ejemplos especialmente espeluznantes).

jueves, 16 de julio de 2009

Okuribito: Aprendiendo a vivir

La última película de Yokiro Takita, uno de los directores más famosos en Japón (sobre todo por sus comedias), se hizo con el Óscar a la mejor película de habla no inglesa de la última edición, entre otros muchos premios (más) importantes (acabaremos antes diciendo los que no ha ganado). De hecho, arrasó en los últimos premios de la Academia de Cine de Japón, donde arrambló nada más y nada menos que con diez galardones. Okuribito (por lo visto el título se refiere a la persona que envía a los muertos al "okuru", el otro mundo) se ha estrenado en España con el título de "Despedidas" (traducción a su vez del título en inglés, "Departures"). Es una película que me apetecía mucho ver y no he ido antes por falta de tiempo, que ahora que por combinación de la crisis económica y el cambio climático ya no se hiela uno en el cine, hay que aprovechar (sobre todo si llevas todo el día trabajando y estás un poco hasta la boina de las fuentes de alimentación y los relés).
Esta es una película que atrapa al espectador desde el primer minuto, rezumando belleza de múltiples formas; con la música, las imágenes de las cuatro estaciones en el noreste de Japón, la suavidad de los movimientos de Daigo tanto al chelo (el actor Masahiro Motoki aprendió a tocar este instrumento para su papel en la película) como llevando a cabo su trabajo de "nokanshi" (amortajador). Las interpretaciones de todos los actores y actrices son muy eficaces. Merece mención especial (por ser el protagonista) la de Motoki, por su combinación de momentos de gran comicidad con otros de mayor dramatismo y, muy especialmente, su escenificación de los rituales mortuorios, de gran elegancia y preciosismo (de hecho, se resalta tanto el mimo de los protagonistas en estas ceremonias que queda en un segundo plano el tabú que resulta socialmente en Japón ser una persona que manipula cadáveres, aunque en un par de momentos de la película se alude al desprestigio del trabajo que ha elegido Daigo). Le acompaña un estupendo veterano, Tsutomu Yamazaki, en el papel del Sr. Sasaki (no tiene desperdicio) con quien el joven Daigo aprende a vivir, curiosamente.
En fin, que estamos ante una película emotiva y conmovedora, que hace tanto reír como llorar; y que si tiene un pero, quizá sea el final, más "facilón" que el resto de la película.

Tráiler de la película con subtítulos en español aquí.

miércoles, 15 de julio de 2009

Kashgar: tierra de nadie entre dos mundos

Ahora que el mundo se ha enterado de que existen los uigures y que en China no es que lo pasen bien, precisamente, recuerdo nuestra breve estancia en Kashgar, en la región autónoma de marras, en Xinjiang. Llegar desde Kirguistán fue una pesadilla. El dichoso paso del Irkestan se las trae. Nos dejaron en suelo kirguís y apáñatelas para llegar al otro lado (subidos en la cabina de un camión chino, apilados los dos y nuestras mochilas). Total, cinco horitas (los soldados chinos se fueron a echar la siesta, o algo así, y nos tocó un buen rato de "sentada" ante la barrera). Y suerte que luego en China conseguimos comer (unas judías verdes estrechitas y largas, riquísimas, se ve que los pesticidas estos chinos dan cantidad de sustancia a la comida); porque aún nos quedaba viaje, por tierras despobladas y paisajes lunares, hasta llegar a nuestro destino. Cuando por fin entrábamos en Kashgar, pensamos que nos habíamos equivocado. Parecía Tokio, con tanto neón. Y nosotros que íbamos con nuestras ideas de rutas de la seda...
Pero en realidad, en Kashgar convivían (por lo que sé, siguen conviviendo, solo hace cuatro años que estuvimos allí) dos razas y dos siglos. Por una parte, los han, consumistas infatigables, volcados en los centros comerciales y las peluquerías, ocupando los mejores trabajos, enviados allí desde otras partes del país para "diluir" al resto de la población, los uigures. Los uigures vivían al lado mismo del siglo XXI (calle con calle), pero en casas de adobe, en calles organizadas por gremios (los herreros, los carpinteros...), con sus mujeres tapadas hasta las cejas... seguramente de manera no muy distinta de como lo hacían sus antepasados del siglo XV, por decir algo. En aquel momento, las autoridades chinas iban demoliendo poco a poco los barrios uigures, para intentar obligarles a vivir de una forma más afín a la de la ciudad moderna y voraz que les rodeaba. No sé cuántas casas quedarán, cuántos carros tirados por burros. En su lugar habrán puesto más escenarios gigantes para publicitar bebidas de cola imbebibles. O más peluquerías (que afición por las mechas, virgen).
Releo mi diario de viaje: "El pasado y el futuro codo con codo; seguramente con más tensiones de las que se aprecian a simple vista". Pues ya se ha visto. Ah, y el mercado de Kashgar, en su momento el mayor de Asia Central (no sé si lo sigue siendo), ha perdido bastante encanto, la verdad. Había tantos turistas como borricos. No diré más.

La foto es de cosecha propia.

domingo, 12 de julio de 2009

A Gràcia, no facis soroll?

A los del Ayuntamiento de esta bendita ciudad se les deben olvidar sus propias campañas. No encuentro otra explicación al hecho de que ahora mismo (casi las once) resuene, de forma atronadora, un concierto en el centro del barrio. Teniendo en cuenta que es domingo y que en poco más de un mes tendremos esto lleno de gente hasta la bandera gracias a las fiestas, pues igual estaría bien que pensaran en los vecinos currantes (no en los que están trabajando ahora mismo, como yo, sino en los que tienen que madrugar y quisieran un poco de paz para acabar el descanso del fin de semana). Pero, claro, se me ocurre también que igual a los turistas les gustan más los conciertos que los vecinos currantes. La culpa es nuestra por vivir en un parque temático.
Por otra parte, aquí sigo; con muchísimo trabajo y mucho atraso en el blog (una cosa lleva a la otra), contando los días para marcharnos a Bretaña, donde seguro que son infinitamente más cívicos que aquí. Es lo que tiene viajar, te da muchos argumentos para quejarte (y muchas ganas de emigrar).
Y, en otro orden de cosas, los Novelantes se reúnen el martes día 14 para comentar un libro que me ha gustado muchísimo, The Moonstone (La piedra lunar) de Wilkie Collins, considerada la primera novela policíaca. Qué maravilla de personajes. Da gusto que te recomienden un libro así. Me enganchó un montón y lo leí con auténtica ansia, ríete de la trilogía de Larsson. Hale, ya he acabado con una nota positiva mi derecho al pataleo expresado en forma de entrada.