miércoles, 15 de julio de 2009

Kashgar: tierra de nadie entre dos mundos

Ahora que el mundo se ha enterado de que existen los uigures y que en China no es que lo pasen bien, precisamente, recuerdo nuestra breve estancia en Kashgar, en la región autónoma de marras, en Xinjiang. Llegar desde Kirguistán fue una pesadilla. El dichoso paso del Irkestan se las trae. Nos dejaron en suelo kirguís y apáñatelas para llegar al otro lado (subidos en la cabina de un camión chino, apilados los dos y nuestras mochilas). Total, cinco horitas (los soldados chinos se fueron a echar la siesta, o algo así, y nos tocó un buen rato de "sentada" ante la barrera). Y suerte que luego en China conseguimos comer (unas judías verdes estrechitas y largas, riquísimas, se ve que los pesticidas estos chinos dan cantidad de sustancia a la comida); porque aún nos quedaba viaje, por tierras despobladas y paisajes lunares, hasta llegar a nuestro destino. Cuando por fin entrábamos en Kashgar, pensamos que nos habíamos equivocado. Parecía Tokio, con tanto neón. Y nosotros que íbamos con nuestras ideas de rutas de la seda...
Pero en realidad, en Kashgar convivían (por lo que sé, siguen conviviendo, solo hace cuatro años que estuvimos allí) dos razas y dos siglos. Por una parte, los han, consumistas infatigables, volcados en los centros comerciales y las peluquerías, ocupando los mejores trabajos, enviados allí desde otras partes del país para "diluir" al resto de la población, los uigures. Los uigures vivían al lado mismo del siglo XXI (calle con calle), pero en casas de adobe, en calles organizadas por gremios (los herreros, los carpinteros...), con sus mujeres tapadas hasta las cejas... seguramente de manera no muy distinta de como lo hacían sus antepasados del siglo XV, por decir algo. En aquel momento, las autoridades chinas iban demoliendo poco a poco los barrios uigures, para intentar obligarles a vivir de una forma más afín a la de la ciudad moderna y voraz que les rodeaba. No sé cuántas casas quedarán, cuántos carros tirados por burros. En su lugar habrán puesto más escenarios gigantes para publicitar bebidas de cola imbebibles. O más peluquerías (que afición por las mechas, virgen).
Releo mi diario de viaje: "El pasado y el futuro codo con codo; seguramente con más tensiones de las que se aprecian a simple vista". Pues ya se ha visto. Ah, y el mercado de Kashgar, en su momento el mayor de Asia Central (no sé si lo sigue siendo), ha perdido bastante encanto, la verdad. Había tantos turistas como borricos. No diré más.

La foto es de cosecha propia.

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