
Esta es una película que atrapa al espectador desde el primer minuto, rezumando belleza de múltiples formas; con la música, las imágenes de las cuatro estaciones en el noreste de Japón, la suavidad de los movimientos de Daigo tanto al chelo (el actor Masahiro Motoki aprendió a tocar este instrumento para su papel en la película) como llevando a cabo su trabajo de "nokanshi" (amortajador). Las interpretaciones de todos los actores y actrices son muy eficaces. Merece mención especial (por ser el protagonista) la de Motoki, por su combinación de momentos de gran comicidad con otros de mayor dramatismo y, muy especialmente, su escenificación de los rituales mortuorios, de gran elegancia y preciosismo (de hecho, se resalta tanto el mimo de los protagonistas en estas ceremonias que queda en un segundo plano el tabú que resulta socialmente en Japón ser una persona que manipula cadáveres, aunque en un par de momentos de la película se alude al desprestigio del trabajo que ha elegido Daigo). Le acompaña un estupendo veterano, Tsutomu Yamazaki, en el papel del Sr. Sasaki (no tiene desperdicio) con quien el joven Daigo aprende a vivir, curiosamente.
En fin, que estamos ante una película emotiva y conmovedora, que hace tanto reír como llorar; y que si tiene un pero, quizá sea el final, más "facilón" que el resto de la película.
Tráiler de la película con subtítulos en español aquí.
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