Mañana se abre al público la 28ª edición del Salón del Libro de París, con Israel como país invitado. Nada que objetar en teoría (hay escritores muy interesantes, como en cualquier país). ¿Pero era necesario hacerlo coincidir con el 60 aniversario de la creación del estado de Israel?
Se ha demostrado muy poca sensibilidad. La polémica era evitable: la edición del año que viene hubiera sido igualmente válida, y bastante menos problemática. Encima, para poder ofender a más gente, se considera literatura del país invitado únicamente la escrita en hebreo. Así puede poner el grito en el cielo algún escritor israelí también (que lo han hecho).
Es triste que la política ensucie un acontecimiento importante para el sector editorial francés, preocupado por el descenso en los índices de lectura de ese país. Y no es extraño (aunque tampoco menos triste) que países como Marruecos, Argelia, Túnez y Líbano (además de numerosas editoriales y escritores en árabe), hayan decidido boicotearlo. La coincidencia de fechas prácticamente les ha obligado a ello. Y es lamentable. Como si los escritores en hebreo tuvieran alguna culpa, cuando, precisamente, algunos de esos intelectuales trabajan activamente por la paz y critican la ocupación israelí. En París estarán los dos más conocidos por el público europeo, Amos Oz y David Grossman. Sería absurdo no querer escucharles, se escriba en la lengua que se escriba.
Más info. sobre el programa de actividades en la página del Salón.
jueves, 13 de marzo de 2008
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