jueves, 30 de septiembre de 2010

Con el mazo dando (y III)

A lo que íbamos, que siempre tiene una que escuchar "¿eres traductora? ¡pues vaya traducción llevaba mi batidora, que no entendía nada y acabé fundiendo los plomos tres veces!". Que tú me dirás, qué tendré que ver yo con las traducciones automáticas de productos fabricados en China, que es todo el mismo concepto (abaratar costes, no buscar calidad). Y que, de todas formas, intrusismo hay mucho y malos profesionales, pues como en toda profesión.
Me estoy yendo por las ramas; lo que quería decir es que un día como hoy el lema debería ser "Ponga un traductor en su vida". Que lo mismo sirve para el que quiere leer a Murakami y no tiene ni idea de japonés (como servidora), que para quien necesita leer el manual de una máquina de diálisis en un hospital antes de endilgársela a un paciente (cosa prudente y que entra más en mi liga profesional), o proporcionar información sobre un acto cultural en dos idiomas.
Aquí en Catalunya, parece que con el procesador de textos del amigo Bill se apaña todo y en un momento te escriben un texto en dos idiomas ilegible en ambos. Para muestra, el papelito que repartían en la Sala Gótica de la Biblioteca Nacional de Catalunya (me gustó mucho el sitio, por cierto, no había estado nunca) entre quienes íbamos a ver una (fantástica) representación de teatro kathakali a cargo de una compañía india. Digo yo que los "señores" de Casa Asia podían haberse "estirado" más, empezando por contratar a un redactor profesional y acabando por traducir el texto como (cualquier) dios manda. Más sobre este acto en otro momento.
El tema es que el papelito en cuestión no tenía desperdicio, no se entendía ni palabra. Pretendían explicarnos lo que íbamos a ver (porque no dominamos el sánscrito) y nos confundieron más. Nos dicen que Panchali protesta por llevar el pelo suelto pero no qué problema tenía la buena mujer en llevarlo así y, lo mejor, en catalán Krishna recurre a la "mediación" para evitar una guerra; pero en castellano, a lo que recurre es a la "meditación", que será cosa de una mera "t", pero no veas lo que cambia la cosa.
Parece una anécdota, pero me parece muy representativo del mundo en el que vivimos: un acto patrocinado por todas las autoridades y medios de comunicación imaginables, y un papel (con sus logotipos, por supuesto) que nadie se ha molestado en leer. Pues para eso no andéis talando árboles, digo yo.

Con el mazo dando (II)

En una jornada que sigue a una huelga general y en la que se celebra que se murió el primer traductor (ya podían haber elegido la fecha de nacimiento de San Jerónimo y no la de su muerte, digo yo, cuánta mala leche), va a haber que ponerse un poco reivindicativos.
Después de todo, somos un gremio poco gremial que cobra igual o menos que hace diez años (no vamos a hablar ahora de la diferencia del coste de la vida) y encima más tarde (con la que está cayendo, dile tú a tus clientes que te paguen a treinta días, te mandan a hacer monólogos en la tele), que está en formación continua, es esclavo de las tecnologías de la información y está obligado a invertir constantemente en su poco lucrativa carrera profesional.
¿Y quién nos mandaba hacernos traductores? Pues yo le echo mucha culpa a los autodefinidos; pero, en fin.

Con el mazo dando (I)

Es lo que tiene ser un "héroe en la sombra" (que, al menos, calor no pasas) en lugar de un superhéroe, que sería lo suyo: por más que le vayas con ruegos a San Jerónimo (a quien le dé por ahí, yo soy más del dios hindú Ganesh, aunque el otro sea el santo del día y el patrón de los traductores), tienes que andar siempre con el mazo dando, como en el refrán. Vamos, que si se está hundiendo el barco, rezar, puedes rezar, pero sigue remando.
Todo este desvarío para decir que hoy es el Día del Traductor y aunque no me considere un "héroe" como dijo una vez Paul Auster para hablar de los traductores literarios (los traductores técnicos tenemos que ser más modestos debido a nuestra notoria falta de glamour), en la sombra de la expresión austeriana sí que estamos, sí.
Somos unos currantes invisibles (encima, salimos poco de casa, así que casi ni existimos para la familia y los amigos y no solemos estar morenos), lo cual perjudica mucho el reconocimiento de nuestra labor, como es lógico (la invisibilidad, no el mal color, me refiero).

jueves, 9 de septiembre de 2010

Decadencia en Kansas

Cuando las cosas se tuercen, se tuercen de verdad y todo lo que pueda salir mal, lo hará. Esa parece ser la moraleja de esta intrigante novela de la autora estadounidense Gillian Flynn, que ha salido airosa de la famosa "prueba del algodón": la segunda novela tras un debut exitoso. Dark Places (2009) es original y, por lo tanto, difícil de etiquetar. Por más que se intente clasificar como novela negra, nos recuerda más a la serie del detective Jackson Brodie de Kate Atkinson, que a las novelas nórdicas tan de moda. Hay algo un tanto "juguetón" y sarcástico que la hace muy diferente de esas novelas con viento y frío donde la ironía solo aparece tras previo aviso. Aunque algo tienen todas en común: una labor de documentación social e histórica que diferencia la novela negra actual de la clásica (de Raymond Chandler, para entendernos). En este sentido, sigue chirriándome un poquito ese afán (en general) por ofrecernos según qué información; porque el intento a veces resulta demasiado evidente.
La protagonista, Libby Day, es una "víctima profesional" (en palabras de la novelista Laura Wilson), una especie de buitre (muy dado a las metáforas, eso sí) que lleva casi un cuarto de siglo alimentándose de los cadáveres de sus hermanas y su madre. Y sin embargo se nos hace simpática, por su humanidad y por la soltura con la que admite lo que en otras personas se considerarían defectos. También Libby nos recuerda a los personajes un tanto confusos (interiormente, no literariamente, quiero decir) de Kate Atkinson. De hecho, no me extraña que esta autora le guste (llegué a Gillian Flynn por un elogio de Atkinson); podría ser perfectamente una de sus alumnas más aventajadas. Y Libby, con esa lengua tan afilada y sus sentencias y su falta de compasión (empezando por sí misma) parece un tanto "British".
Estamos ante un libro bastante realista (sin gente de esa tan inteligente que lo adivinan todo). Libby Day no busca la verdad, busca pasta. Michelle estará muerta, pero no por ello vamos a decir que fuera un encanto de niña. Patty Day no era una heroína y la paciencia de su hermana Diane tiene sus límites, como la de todo el mundo. Hay que destacar la estructura a dos tiempos; un recurso que a veces resulta pesado, porque uno se encuentra más cómodo en uno de ellos y lee rápido cuando llega el otro, pero aquí funciona sorprendentemente bien. Y es que
Dark Places está bien escrito. De hecho, se trata de una prosa más rica de la que esperaríamos a priori de este género. Empieza con mucha fuerza, con esa frase tan contundente: "I have a meanness inside me, real as an organ" (en español pierde un poco, quizá por un exceso de "floritura", "Albergo la maldad en mi interior, tan real como un órgano más"). Luego, al final, decae un poquillo; pero es un libro interesante que vale la pena leer. Aunque se la ha comparado hasta la saciedad con la novela de Truman Capote sobre unos asesinatos reales en una granja, In Cold Blood, no sé yo si llegaría tan lejos; porque la de Capote me parece una gran novela más digna de llegar a ser un clásico. Pero Gillian Flynn apunta maneras (no era fácil de escribir esa escena tan violenta que, al estar protagonizada por niñas, la verdad es que impresiona bastante). Está por ver si se quedará aquí, con lo cómoda que está, o si será más ambiciosa.
Como anécdota, no entiendo el protagonismo que se le da en la edición española al club de marras (La llamada del Kill Club me parece un título nefasto), que no me parece tan macabro como lo venden. En realidad, en la novela empieza siendo algo clandestino y quizás más oscuro, pero acaba como una reunión de venta de "tupperware".

Comienzo en inglés aquí y en español aquí.
Esta novela está publicada en español por la editorial Viceversa.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

Última oportunidad

Que conste que me parece loable que Woody Allen siga haciendo una peli al año, a su edad y con una filmografía que no necesita ampliación. Otros hacen sudokus para mantener la mente ágil. Pero, a partir de ahora, me temo que voy a dejar de contribuir a la financiación de su vejez activa. A la tercera va la vencida. Y no se puede decir que no sea yo perseverante; porque lo suyo hubiera sido abandonar el barco después de la irritación barcelonesa (por llamarla de alguna manera). Pero no, aún vi aquel remedo de lo que fue, su película anterior. Lo de ahora, no sé cómo definirlo. Hasta para los títulos se le ha acabado al hombre la inspiración (por lo visto, el guión de la película anterior era de los años 70, así que el respiro de alivio no debería haber sido tal).
Si alguien viera You Will Meet a Tall Dark Stranger sin saber que es de Woody Allen, igual pensaría que es un intento de imitar al famoso director. No lo sé; a mí me costaba creer que estuviera viendo una película suya. Personalmente, estoy dispuesta a perdonar ese "toque tercera edad" que hace que los hombres de sus últimas pelis acaben con jovencitas, e incluso que sus personajes sigan siendo de clase alta. Todo por un guión ocurrente, por unos diálogos chispeantes. Pero, lamentablemente, parece que eso se acabó; porque hace ya varias películas que no lo vemos por ningún lado. Ayer me aburrí soberanamente. Y eso es imperdonable. Solo pido que si no me van a llegar al estómago, al corazón o al cerebro (no necesariamente en ese orden), me entretengan. Pero no hubo manera.
Por no perdonarle, creo que no le voy a perdonar ni que mente a Shakespeare sin venir a cuento. Es que ni Londres sale bien parado. Parece una ciudad tan gris... En cuanto a los actores (los que no son muy conocidos para el público español sí son muy populares en Gran Bretaña), tienen poco margen para el lucimiento con los papeles que les han endilgado. Los que salen más airosos son los veteranos (Jones, Hopkins, Ashton-Griffiths). Me ha sorprendido mucho que Nicole Kidman fuera a interpretar originalmente el papel que hace Lucy Punch; lo encuentro inverosímil, vaya.
En resumen, prescindible (siendo extremadamente benévola, a mí no me pilla más).

Con ver el tráiler, basta.