sábado, 25 de octubre de 2008

Los favoritos de Hari Kunzru

Hoy era el día que me había reservado para ir a Kosmopolis; pero, ya se sabe, primero la obligación y luego la devoción. Así que estoy traduciendo documentación industrial en lugar de ir a escuchar a Hari Kunzru hablando sobre "Literatura y revolución: 40 años después", y de ver alguna cosilla más del programa de hoy. En fin, para consolarme, he visto un vídeo en el que este escritor que comparte iniciales (además de orígenes en el subcontinente indio) con Hanif Kureishi (nada menos) recomienda tres lecturas: The Road, The Lonely Londoners y Temptations of the West.
De la primera, una obra muy conocida de Cormac McCarthy, Kunzru destaca la extraordinaria belleza de su escritura. Este escritor siempre me ha dado pereza; pero habrá que echarle un tiento en algún momento, y después de oír lo que dice un escritor que escribe francamente bien también... La segunda es una novela de 1956 (maravillosa, en palabras de Kunzru), de Sam Selvon, que retrata el fenómeno de la inmigración caribeña en Gran Bretaña en sus inicios, escrita en patois (el inglés del Caribe anglófono). Reeditada en 2007, se la ha rescatado de un olvido probablemente injusto y Kunzru ha contribuido a ello con sus alabanzas en su columna sobre libros en el periódico británico The Guardian. Es un libro que conozco de los tiempos en los que estudiaba la literatura del Caribe anglófono; pero no estoy segura de haberlo leído. A veces (muy a menudo) me gustaría llevar una lista de mis lecturas para cuando me entran las dudas. Y por último, una mezcla de diario de viajes y ensayo sociológico de esas que hace el periodista y escritor indio Pankaj Mishra, intentando ir más allá de los meros clichés y mostrando como hacen frente la India, Nepal y los demás países de la zona a las modernidades que les llegan de Occidente. De este libro he leído críticas muy buenas, sobre todo por su valentía a la hora de denunciar los defectos y errores en los que está cayendo el país de origen de Mishra. Y estoy segura de que está magníficamente bien escrito, tras haber leído Pollo a la mantequilla en Ludhiana y Los románticos (que retrata el ambiente de Benarés a la perfección). De hecho, tuve la oportunidad de conocer a este escritor cuando presentó el libro del título pintoresco (sobre todo siendo vegetariano el autor) en Barcelona. Lo apuntaré en mi lista de lecturas para el futuro.

Más sobre Kosmopolis aquí.
Primer capítulo del libro de Mishra aquí (en inglés).
Y el vídeo en cuestión:


miércoles, 22 de octubre de 2008

Vaya por dios: Ani es feliz

Siempre pareció una chica que se lo pasaba estupendamente; pero ahora resulta que encima es feliz. Hay que fastidiarse. No es nada personal; pero es que a mí esta chica me gustaba más enfadada. Ella se defiende (digamos que no soy la única que se ha dado cuenta) diciendo que en su último disco critica la permanencia de las tropas estadounidenses en Irak, que sigue siendo feminista porque (según canta) no quiere rezarle a un dios masculino... Pero escuchando las letras de sus últimos discos, es inevitable pensar que ha perdido fuerza y acidez,por el camino. Y así se vive más tranquila, claro; pero la poesía se resiente.
Ani DiFranco presentaba su último disco, "Red Letter Year", en L'Auditori, tras siete años sin pisar Barcelona. Yo la había visto antes, en 1999 (creo), en un concierto muy diferente a este, en un entorno menos formal y con la gente bailando. Cuando vi este verano a Suzanne Vega pensé "ojalá viniera Ani también", y casi se cumplieron mis deseos. Casi, porque la que vino no era la de entonces (yo tampoco, evidentemente, pero yo no tengo seguidores a los que contentar, esa es la diferencia). Hubiera podido jurar antes de ir que no me iba a convencer. Y, a pesar de todo, fui, por los viejos tiempos. Me tocó "tragar" con dos teloneros de su propia discográfica. Una se podía tolerar, a pesar de que imitaba descaradamente a su "jefa". El otro se dedicó a centrifugar la guitarra y contar chistes malos. Y por fin llegó Ani, con nueva banda y un señor que tocaba el xilofón (vale, no era un xilofón, es una cosa que no sé cómo se llama que se utiliza en jazz, un vibráfono o qué sé yo, pero sonaba como una mezcla de xilofón y una especie de palangana que tocaba hace años un individuo por las calles de Gràcia). Entre ese bendito instrumento y la vulgaridad de las nuevas canciones, a ratos se me olvidaba que es una de mis cantantes favoritas. Suerte que, para recordármelo, cantó "Napoleon", "As is" (lástima de nuevos arreglos, es una estupenda canción de amor), "Shameless"... Con esas canciones sigue siendo la chica descarada de Buffalo con poco que perder que sabe cantar, toca bien la guitarra y tiene historias que contar. La mujer que acabó convertida (seguramente un tanto en su contra) en todo un símbolo de libertad sexual, de feminismo, pacifismo, lucha contra el racismo y la hipocresía... Mucha carga para alguien tan menudo, desde luego.
Ni siquiera sus comentarios en el escenario son lo que eran. De hecho, nunca volvieron a ser los mismos desde que Andy Stochansky dejó la banda; sus diálogos en el magnífico doble en directo "Living in Clip" (1997) eran de lo más delirante. Nos enteramos de que es mamá, pro-Obama (gran sorpresa) y también soltó algún taco. Y poco más. Cantó "Present/Infant", escrita para su hija, y nos demostró (para el que no lo supiera) que es muy difícil no ser cursi cuando se trata de bebés; porque lo de "Love is all over the place/there's nothing wrong with your face" tiene su delito. Nada que ver con letras como la de "To the teeth", contra las armas de fuego:

open fire on hollywood
open fire on MTV
open fire on NBC
and CBS and ABC
open fire on the NRA
and all the lies they told us
along the way
open fire on each weapons manufacturer
while he's giving head
to some republican senator

Tampoco el público de Barcelona estuvo a la altura. Le hicieron tantas fotos con los dichosos móviles y cámaras, que soltó un comentario sarcástico sobre los numerosos "fotógrafos", y un "y yo con estos pelos". Por lo visto, en L'Auditori han dado la batalla por perdida y ya ni avisan antes del concierto de que no se permiten hacer fotos. Por no hablar del contrasentido de gritarle "guapa" (o regalarle flores, que de todo hubo) a alguien con la ideología de Ani DiFranco.
En fin. Más allá de que la felicidad de Ani no sea buena para su público, lo que está claro es que es imposible sacar 19 discos fabulosos. Yo me quedé en el que hacía el número 13 ("Evolve", 2003), más o menos, y me parece que de ahí no me muevo. Al final, los seguidores somos mucho del rollo "a mí me gustaba más la de los primeros discos". Si a mí me quedó un cierto regusto a decepción tras el concierto del domingo, lo comparo al de un fan de Lou Reed tras el concierto de presentación de "The Raven". A mí me pareció sublime porque nunca le había visto en directo y no podía comparar su voz y su presencia con la de hace años. Pero, lamentablemente, hay pocas cosas que mejoren con el tiempo.

Más sobre Ani DiFranco y sus teloneros en la página web de su discográfica.

miércoles, 15 de octubre de 2008

Ya vista (y olvidada)

Pese al toque oriental (muy sutil, pero ahí está), The Air I Breathe no deja de ser una nueva versión de las películas de historias cruzadas que tanto abundan (no sé por qué les ha dado por ahí a los señores estos del cine). Y para que quede bien clarito, ese gremio incomprendido que se dedica a poner los títulos en español a los estrenos va y la bautiza como Cuatro vidas. Que baje Altmann y lo vea.
La historia está basada en un antiguo proverbio chino que divide la vida en cuatro emociones: la felicidad, el placer, el dolor y el amor. Las cuatro vidas del título vienen a ser una ejemplificación de dichas emociones y, cómo no, los caminos de los cuatro protagonistas se cruzan por esos raros caprichos del destino que tan normales parecen a veces en la ficción (no es este el caso). Jieho Lee ha dirigido muchos vídeoclips y se le nota. No creo que sea un cumplido, pero es lo que se me ocurrió viendo su primera película, que despertó mucha expectación antes de su estreno por la abundancia de rostros conocidos que la protagonizan. Como Andy García, que hace un papel totalmente absurdo (aunque no es el único) que parece una caricatura del que interpreta en las pelis de "Ocean's Eleven" y demás.
En fin, que no aporta nada nuevo y se olvida a la media hora de haberla visto. De hecho, a estas alturas me acuerdo más de las dos "encantadoras" espectadoras (por llamarlas de alguna manera) que se sentaron detrás mío y que deben ir al cine juntas porque solas no entienden las películas. Y mira que esta tampoco tenía tanto intríngulis. Prescindible y me quedo corta. Vale con el tráiler.

domingo, 5 de octubre de 2008

La originalidad de Kate Atkinson

La lectura de la primera novela de Kate Atkinson, Behind the Scenes at the Museum (1995), me supuso un mazazo considerable: finalmente alguien había escrito mi libro. Bueno, eso es lo que pasa si lo vas dejando todo para más adelante. Sin embargo, lejos de guardarle rencor por haberme "robado" mi obra maestra, me convertí en una fiel seguidora, de las que leen puntualmente cada libro que publica. Justo ahora estoy pendiente de hacerme con la tercera entrega de las aventuras del detective Jackson Brodie. Behind the Scenes at the Museum (publicada en español con el título de Entre bastidores) logró ese raro milagro que cualquier escritor novel ambiciona: un éxito de crítica y ventas total a la primera. La combinación de la narración de los momentos claves en la vida de Ruby Lennox con "flashbacks" que nos acercan a sus antepasadas convenció sobre todo por el estilo de esta escritora británica; un estilo que se ha convertido en la marca de la casa y que distingue su variada obra posterior. La estructura no lineal y los diferentes puntos de vista de la novela, junto con un esmerado retrato paródico de la sociedad inglesa de los años 50, aliñado todo ello con un lenguaje limpio y preciso, y un fino sentido del humor de ese que llaman británico (casi lo definiría como mordaz), consiguió lo impensable; birlarle el Whitbread a Rushdie. A pesar de haber publicado varias novelas después, muchos críticos consideran esta primera obra la mejor de Atkinson.
Con la publicación de Human Croquet (1997) podíamos pensar que seguíamos por la misma senda, las sagas (o anti-sagas) familiares; pero el tono no tenía nada que ver con Behind... Esta vez el efecto cómico es más oscuro y se introduce con más insistencia el elemento fantástico que se atisbaba en la primera novela y que aparecerá de nuevo posteriormente. La confirmación de que esta mujer iba a escribir lo que dios le diera a entender llegó con Emotionally Weird (2000), un ambicioso e intrincado laberinto con el que Atkinson rizaba el rizo. Cuando no sabíamos por dónde iba a salir tras semejante novela, nos dejó de una pieza con Case Histories (2004), la primera entrega de las "aventuras" del detective Jackson Brodie, con más muertes, secretos, familias de lo más desestructurado y coincidencias a mansalva. One Good Turn (2006) cambiaba el formato y complicaba más la trama, pero seguíamos con Brodie y su disparatada vida. Veremos qué nos trae When Will There Be Good News (2008). Es muy de agradecer que Atkinson publique libro nuevo cada dos años, más o menos (en 2002, entre Emotionally... y Case... publicó una colección de relatos,
Not the End of the World, que no estaba mal, pero no daba la talla, aunque bien es cierto que yo soy más de novelas).
En fin, que de una evolución tan sorprendente como la de esta escritora, solo cabe deducir que le ha "robado" el resto de sus novelas a unas cuantas personas de lo más diversas y que encima han leído todas Tristram Shandy, de Laurence Sterne.
Kate Atkinson es, en resumen y por simplificar lo "insimplificable", alguien que escribe formidablemente bien y que nos seduce con sus ácidas e inteligentes tragicomedias / sátiras (es tremendo decir que una se lo pasa bien con libros en los que siempre muere bastante gente, pero me temo que es cierto, y además yo no tengo la culpa).

En español están publicados Entre bastidores (agotado actualmente, se puede encontrar en bibliotecas), Juegos de interior, Una historia singular y Expedientes.

Los Novelantes se reúnen el próximo 14 de octubre para comentar la lectura de Behind... (más info. aquí)

sábado, 4 de octubre de 2008

Woody Allen en horas bajas

Recomiendo ver Manhattan o similar nada más salir del cine, para no quedar vacunado para siempre contra el cine de este hombre, que claramente sufre algún trastorno senil, o una falta muy acuciante de fondos (o ambas cosas). Eso sí, Woody Allen no ha querido engañar a nadie. Cuando le preguntaron cómo había surgido su última película, no adornó en absoluto la realidad. Al hombre le gusta Barcelona y su mujer y sus hijos tenían ganas de pasar el verano allí; así que cuando le llamaron para proponerle la financiación de una película en esa ciudad, no se lo pensó dos veces y escribió "algo para poder rodar en Barcelona". Ese algo es, efectivamente, un encargo de corte descaradamente publicitario, un publirreportaje, vaya; pero no una película digna de su director.
De Vicky Cristina Barcelona me irritan infinidad de cosas. Esa Barcelona irreal con prados asturianos; esa España en la que todo el mundo habla inglés. Un Bardem que demuestra lo limitadito que es como actor (la escena con su "padre" es de vergüenza ajena, qué malos actores, no se cree nadie que sean padre e hijo). Una Penélope que, como de costumbre, hace inverosímil su personaje; la impávida Scarlett de siempre. Una Rebecca Hall voluntariosa, pero con un papel tan patético que difícilmente puede salir bien parada. El título más horrendo de la historia del cine... Y la guinda del pastel, esa odiosa canción sobre Barcelona que se te mete en la cabeza para torturarte inmisericorde. ¿No era Allen un músico de talento? ¿También ha perdido el criterio musical?
La trilogía ambientada en Londres podía gustar más o menos; pero eran películas que seguían conservando parte de la maestría de Allen y que, al menos, se lucían un poco con los diálogos y nos ofrecían algunas frases características suyas. En fin, que de la última peli de Woody Allen no me convence nada; ni la historia, ni los diálogos, ni las actuaciones... Para demostrar el talento de sus actores, Allen les elogia diciendo que improvisaron en la película. Pues se nota, la verdad, y no para bien. El guionista de éxito es Woody Allen, no Scarlett y compañía. Me echo a temblar solo de pensar que una productora francesa tenga la ocurrencia de llamarle la próxima primavera y Allen se saque de la manga (dios no lo quiera) un Martha, Jenny, Paris.